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No hice ninguna pregunta y la seguí dócilmente, preguntándome dónde me llevaba. ¿Era al convento para hacerme reflexionar sobre el matrimonio? ¿Era a la cárcel, para castigar mi falta de vocación espontánea?... No era, por fortuna, a ninguno de los dos sitios, sino sencillamente a casa de su director y amigo, el señor canónigo Tomás, profesor del Colegio Libre.

Con esto se hubo de satisfacer el Infante, pues no tenia fuerzas para castigar tanto atrevimiento, y sin duda que hiciera alguna demostracion, sinó se hallara con tan poca gente. Mandó que para enterrar el cuerpo de Berenguer, y hacerle sus obsequias se detuviese el ejército dos dias, porque quiso honrarle con lo que pudo; y así se hizo.

A cada paso tiraba de las riendas nerviosamente, con gran escándalo de la buena yegua, acostumbrada a más consideraciones. Trae muchacho decía entonces el notario, los militares tenéis la mano dura. ¡Dura! nunca lo sería bastante para castigar al que se había atrevido a tocar a la tía Liette.

»Los periódicos nos han traído noticias de la China que usted ha debido leer con tanto interés como nosotros. Parece que esa nación ha tratado ligeramente a dos misioneros franceses y que la Náyade se ha puesto en camino para castigar a los culpables. Si la Náyade no ha cambiado de comandante, esperaremos con impaciencia las noticias de la expedición. Cada uno para y Dios para todos.

Si usted bromea, señor lord, yo soy hombre serio repuso D. Pedro . Yo tomo a mi cargo la defensa de esa ultrajada señora que acaba de salir; yo desharé su agravio y me tomo a pechos el castigar esta gran injuria que ha recibido limpiando con la sangre del traidor la infame mancha. Esto digo sin nada de quijotería. Ya se ve... en esta casa no me entienden.

Los frailes son necesarios, son un mal necesario, decía. Y se enfurecía cuando algun indio se atrevía á dudar de los milagros ó no creía en el Papa. Todos los tormentos de la Inquisicion eran pocos para castigar semejante osadía.

Esta medida, como era natural, mantuvo y sobreescitó la general inquietud, ocasionando motines y alborotos que el capitan general tuvo que castigar con mano fuerte. El ayuntamiento le instaba á que constituyese una junta como las de la metrópoli, algunos dias antes de la llegada de un comisionado mandado por la junta de Sevilla.

6 El diciembre por agosto, de D. Juan Vélez. 7 Allá van leyes donde quieren reyes, de D. Guillén de Castro. 8 Servir sin lisonja, de Gaspar de Ávila. 9 El verdugo de Málaga, de Luis Vélez. 10 El hombre de Portugal, del maestro Alfaro. 11 No es amor como se pinta, de tres ingenios. 12 Castigar por defender, burlesca, de D. Rodrigo de Herrera. 1 Dar tiempo al tiempo, de D. Pedro Calderón.

Le daba ira encontrarse tan filósofo, pero no podía otra cosa. Comprendía que aquellas meditaciones le alejaban de su venganza, que en el fondo del alma él no quería ya vengarse, quería castigar como un juez recto y salvar su honor, nada más. Y esto mismo le irritaba.

Cuentan que se encontraron casas donde habia hasta cuatro mil arrobas de harina corrompida: ¿con qué razon se hubiera podido castigar á un pueblo hambriento que á la vista de tan lamentable espectáculo hubiese desplegado todo el furor de su venganza? Desangróla en el siglo XVIII la guerra de sucesion: en el XIX, la guerra con la Francia.