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Hasta en el extranjero halló eco este regocijo, y el Barón Davillier reimprimió lujosamente el libro editado por Alfaro y lo tradujo al francés, poniendo al frente un retrato de Velázquez grabado al agua fuerte por Fortuny . Por último, Menéndez Pelayo en su admirable Historia de las ideas estéticas en España, aceptó también la autenticidad. Mas después se ha iniciado una corriente contraria.

Con verdadero asombro se observa que hombre dotado de tan extraordinarias facultades y cuyas obras están llenas de clara enseñanza, no dejase discípulos dignos de su maestría: porque su yerno Juan Bautista del Mazo, que fue diestro en copiarle e imitarle, no pasó de esta habilidad sin llegar a conquistar mayores méritos: su esclavo Juan de Pareja, se aficionó al exclusivo remedo de los venecianos, como atestigua el lienzo de la Conversión de San Mateo; y a Carreño de Miranda que hizo excelentes retratos, le faltaron el dibujo, el aire y el buen gusto de su maestro: y aún quedan por bajo de los citados, Juan de Alfaro, Nicolás de Villacis, Tomás de Aguiar, Juan de la Corte y Burgos Mantilla; nuestra pintura no vuelve a tener un genio por intérprete hasta que nace Goya.

6 El rigor de las desdichas y mudanzas de fortuna, de D. Pedro Calderón. 7 Don Pedro Miago, de D. Francisco de Rojas Zorrilla. 8 El mejor alcalde el rey y no hay cuentos con serranos, de D. Antonio Martínez. 9 Saber desmentir sospechas, de D. Pedro Calderón. 10 Aristomenes Mesenio, del maestro Alfaro. 11 y 12. El hijo de la virtud, San Juan Bueno, del capitán D. Francisco de Llanos y Valdés.

Palomino, que escribió medio siglo después de muerto Velázquez, pero que declara deber a Juan de Alfaro, discípulo de éste, lo principal que supo de él, habla de varias pinturas de su juventud que corresponden a esta época anterior a su salida de Sevilla.

Francisco Baçan, autor de danzas, se concertó con la Ciudad en sacar una de espadas con 20 figuras con su panderete un tamboril y unas chapas en precio de 40 ducados y otra intitulada La conquista de las amazonas, por 160 ducados. Luis de Vergara, autor de comedias, concertó con la Ciudad en 14 de Mayo del mismo año por ante Antonio de Alfaro á representar dos autos, en 700 ducados.

Como Palomino al escribir la vida de Velázquez declara que debe lo principal de ella a Juan de Alfaro, y luego en la de éste dice que «dejó en su espolio algunos libros y papeles muy cortesanos, y entre ellos algunos apuntamientos de la vida de Velázquez, su maestro», y como además, Fray Francisco de los Santos no fue un dechado de probidad literaria, era disculpable que se creyese fácilmente en la autenticidad del opúsculo; pero estas consideraciones pierden toda su fuerza al pensar que para hacer entrega en el monasterio de cuadros que ya eran conocidos, no necesitaba Velázquez componer un estudio crítico: para tal ocasión bastaba una lista que explicase a los religiosos lo que recibían, y por la cual supiera el Rey que habían quedado sus órdenes cumplidas.

En Agosto de 1468 partieron de Sevilla su alcalde mayor Diego Ceron y Juan de Pineda escribano mayor y Juan Ramírez de Segarra y Francisco de Alfaro para ir á besar la mano y recibir por princesa de Castilla á D.ª Isabel. Trajo á la ciudad D.ª Constanza Manuel, dama de la reyna Católica la carta en que noticiaba el nacimiento de la princesa D.ª Isabel.

6 El diciembre por agosto, de D. Juan Vélez. 7 Allá van leyes donde quieren reyes, de D. Guillén de Castro. 8 Servir sin lisonja, de Gaspar de Ávila. 9 El verdugo de Málaga, de Luis Vélez. 10 El hombre de Portugal, del maestro Alfaro. 11 No es amor como se pinta, de tres ingenios. 12 Castigar por defender, burlesca, de D. Rodrigo de Herrera. 1 Dar tiempo al tiempo, de D. Pedro Calderón.

En torno del lecho de muerte se reunirían su mujer doña Juana Pacheco, su hija Ignacia, su yerno y mejor discípulo Juan Bautista del Mazo, don Gaspar de Fuensalida, Juan de Alfaro, que le compuso en latín un largo epitafio, y de seguro su fiel Juan de Pareja.

Una excelente región olivarera es la que se extiende desde Logroño hasta Alfaro, y que comprende los pueblos enclavados a la derecha del Ebro, en una distancia de 10 a 15 kilómetros. Pues bien; en Alfaro, por ejemplo, en sus almazaras existen 14 vigas y 10 prensas de husillo; en Arnedo, 30 y 15, respectivamente; en Nájera, 3 y 2.