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Estando durmiendo en el campo contestó José , se le vino acercando una culebra; pero apenas la vio venir un lagarto, que estaba en el vallado, salió a defender al tío Miguel y empezaron a pelearse la culebra y el lagarto, que era tamaño y tan grande. Pero como el tío Miguel, ni por esas despertaba, el lagarto le metió la punta del rabo por las narices.

En el Zarzal; una quinta espantosa, con una espantosa tía que ¡gracias a Dios! ha muerto. En todo caso, vuestro nombre señorita es de los más conocidos; en 1423 había un caballero de Lavalle que se parapetó en el monte de San Miguel. ¿? ¿Y qué hacía allí ese caballero? Defender el monte atacado por los ingleses. ¿En lugar de bailar? ¡Qué tonto!

Por lo demás, mi convicción es cada vez más firme mientras más pienso en ello, sin que yo crea inútil ni de poca importancia explicar y defender lo que en mi pensamiento se presenta como verdad contra opiniones que me parecen falsas y aun absurdas.

Comenzó a ir a la Facultad; pero le daban vahídos, sobre todo cuando estudiaba derecho romano. Entonces yo le dije que lo dejara. De todos modos, no había de defender pleitos. Así que, ¿para qué estudiar? Luego, el país está lleno de doctores, y ya es más distinguido no serlo. Desde entonces se dedicó a leer novelas francesas; las conoce todas.

La comedia de No hay vida como la honra es, seguramente, una de las mejores de Montalbán. La escribió para defender su reputación literaria, después de haber sido silbada otra obra dramática suya, y su triunfo fué tan grande, que se representó muchos días consecutivos en ambos teatros, obteniendo siempre grandes aplausos.

Uno de ellos hace una jugada al parecer tan indiferente..... «tiempo perdidodicen los espectadores; luego abandona una pieza que podia muy bien defender, y se entretiene en acudir á un punto por el cual nadie le amenaza. «Vaya una humorada, exclaman todos, esto le hará á V. mucha falta.» «¿Qué quieren Vds.? dice el taimado, no atina uno en todo,» y continúa como distraido.

Y muerto de risa decía: Pero hombre, buena Batrania te Dios; ¿dónde ha leído eso el señor Ozores? «El capellán no era un San Agustín pensaba Anita ; no, porque San Agustín no bebería sidra ni refutaría tan mal argumentos como los de su padre. No importaba, el clérigo tenía razón y eso bastaba; decía grandes verdades sin saberlo». Don Carlos en aquel momento se puso a defender a los maniqueos.

En mi vida las he visto más gordas; pero estoy decidido a defender mi dinero, para lo cual formaré una compañía como en Madrid no se ha oído, y necesito que usted me ayude. ¿Yo? Usted. Llevo adelantados los trabajos, cuento con artistas..., un coro que... ya verá usted...; pero nada puedo ultimar si usted no me favorece. No entiendo.

El pabellón de Castilla flameaba en el Callao, y preciso es confesar que la obstinación de Rodil en defender este último baluarte de la monarquía rayó en heroica temeridad. El historiador Torrente, que llama a Rodil el nuevo Leónidas, dice que hizo demasiado por su gloria de soldado.

-Si os la mostrara -replicó don Quijote-, ¿qué hiciérades vosotros en confesar una verdad tan notoria? La importancia está en que sin verla lo habéis de creer, confesar, afirmar, jurar y defender; donde no, conmigo sois en batalla, gente descomunal y soberbia.