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Algo dijo el ciego en su extraña lengua que Benina tradujo por la palabra «imposible», y lanzando un suspiro profundo, al cual contestó Almudena con otro no menos hondo y lastimero, quedose un rato en meditación dolorosa, mirando al suelo y después al cielo y a la estatua de Mendizábal, aquel verdinegro señor de bronce que ella no sabía quién era ni por qué le habían puesto allí.

D. José Antonio Conde en su Historia de la dominacion de los árabes, etc. Dice que se hallaba á cinco millas de Córdoba, Guadalquivir abajo. Es esta dehesa propiedad de los marqueses de Guadalcázar, no sabemos desde cuándo. Nuestro citado amigo D. Pascual de Gayangos, que tradujo del árabe en correcto idioma inglés la historia de Al-Makkarí para la Sociedad asiática de Lóndres.

Recuerde usted que Dafnis aprende al cabo cuál es el verdadero fin de amor, y, á pesar de su pasión, se domina por temor de lastimar á Cloe, y no la hace suya hasta después de la boda. En suma, y para no cansar, yo no me defiendo de haber traducido el libro de Longo, aunque en Francia le tradujo un obispo. Quiero suponer, ó quiero afirmar y confesar que hice mal. Valgámonos de un símil.

Y así fué cómo lentamente sorprendí el secreto de su naturaleza; su clara frente que el cabello descubre, tan clara y despejada, luego me contó la rectitud de su pensar; su sonrisa, de una nobleza tan intelectual, fácilmente me reveló su desdén hacia lo mundano y lo efímero y su incansable aspiración hacia un vivir de verdad y de belleza; cada gracia de sus movimientos me tradujo una delicadeza de su gusto; y en sus ojos diferencié lo que en ellos tan adorablemente se confunde, luz de razón, calor de corazón, la luz que mejor calienta la lumbre que más ilumina... La certeza de tantas perfecciones bastaba ya para hacer doblar, en una adoración perpetua, las rodillas más rebeldes.

Tampoco provino, como han sostenido algunos, de las coplas de Mingo Revulgo, ni de las églogas de Virgilio que Encina tradujo, sino de una serie de representaciones, más imperfectas en verdad, aunque parecidas, con que se solemnizaba en las iglesias la noche de Navidad.

El triunfo es un monumento erigido en honor de S. Rafael por el obispo D. Baltasar de Yusta y Navarro. Hay en favor de esta opinion, en esta misma pieza, una inscripcion árabe que tradujo el embajador de Marruecos cidi Hamet Elgacel cuando pasó el año 1766 por Córdoba.

El orientalista D. Miguel Casiri tradujo y anotó esta inscripcion, dando algunas noticias interesantes sobre la lengua africana mixta de árabe en que está concebida. Capilla de S. Simon y S. Judas.

Hasta en el extranjero halló eco este regocijo, y el Barón Davillier reimprimió lujosamente el libro editado por Alfaro y lo tradujo al francés, poniendo al frente un retrato de Velázquez grabado al agua fuerte por Fortuny . Por último, Menéndez Pelayo en su admirable Historia de las ideas estéticas en España, aceptó también la autenticidad. Mas después se ha iniciado una corriente contraria.

El embajador de Marruecos Sidí Hamet Elgazel, que estuvo en Córdoba por los años de 1766, tradujo una inscripcion de esta capilla, cuyo texto á entender que servia para que los doctores de la ley alcoránica celebrasen sus discusiones. Esta capilla cae segun dejamos dicho á oriente de la nave central ó del Mihrab.

Con la falda llena de musgos, helechos y otros recuerdos silvestres, se encontraba tan preocupada y metida en sus propios pensamientos, que le pasó inadvertido un suave golpear en la puerta, o bien lo tradujo por una lejana extraña alucinación. Cuando por fin se afirmaba más claramente en ello, sobresaltose, y con ruborizadas mejillas se dirigió a la puerta, preguntando, ¿quién hay?