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Al mismo tiempo su cuerpo se hizo más pesado. Don Juan se vió en la necesidad de doblar una rodilla para sostener á Dorotea. ¡No me abandones! ¡no me dejes! exclamó ; quiero morir en tus brazos! toma... porque apenas puedo hablar... había escrito este papel... que es mi última palabra para ti... y mi última voluntad... ¡Oh Dios mío!

Seguía los caminitos de arena y me perdía en su laberinto con paso distraído, la mirada enfilada a lo lejos. Al doblar un sendero, en el paraje más solitario del jardín, me las encontré de frente. Venían acompañadas de un clérigo. Al cruzar a nuestro lado saludaron muy cortésmente: el clérigo se llevó con gravedad la mano al sombrero de teja.

Al doblar el recodo del Hinguibin se entra en la resguardada concha de Laguimanoc, en la que avanzan cual dos vigilantes centinelas las acantiladas y tajadas rocas Bagobinas. Estas se llamaron antiguamente Lauig y Manoc, palabras tagalas que significan aguilucho y gallo.

Los mismos que codiciaban su hermosura la cercaban reverentes. Hasta el poeta Arturo dejó de acercarse demasiado y se contentó con doblar los lentes para verla mejor. De contemplar esto nacían las emociones agradables de don Braulio. Aquella mujer tan admirada y codiciada era suya.

Aunque, quién sabe si por ello son más grandes los grandes de la tierra, los que han pasado sin doblar las rodillas por el mundo.

Pero cuando más embebido andaba en mis pensamientos y planes políticos, y cuando ya estaba próximo a doblar la esquina de la calle, he aquí que siento un brazo que se apoya en el mío y una voz que me dice: ¿Va V. muy lejos? ¡Teresa! Los dos quedamos mudos por algunos instantes; yo contemplándola estupefacto; ella con la cabeza baja y sin abandonar mi brazo. ¿Pero dónde va V. a estas horas?

El velero busca mar amplia y viento favorable para doblar el cabo de Hornos, punta avanzada del mundo, lugar de tempestades interminables y gigantescas. Mientras ardía el verano en el otro hemisferio, el terrible invierno austral salió al encuentro de los navegantes. El buque necesitaba hacer rumbo al Oeste, y precisamente los vientos soplaban del Oeste, cortándole la ruta.

Guardó silencio un instante, meditando alguna cosa, y al cabo lo rompió diciendo con tono conciso de mando: Mañana a estas horas preséntese usted donde otras veces. Tenemos que darle algunas comisiones. No faltaré. Don César advirtió que dos jóvenes acababan de doblar la esquina y venían hacia ellos. Entonces, sin despedirse, se apartó de las mujeres pasando a la acera de enfrente.

Las obras del hombre me conmueven; las de Dios me imponen, me turban, me confunden. He subido con vosotros á los montes que levantan sus cúspides mas allá de las nubes; no he podido menos de doblar la rodilla sobre aquellas altas cumbres.

Una colonia á la boca de este rio seria mucho mas conveniente para los navíos que van al mar del sur, que en Buenos Aires, donde un navio suele estar quince dias ó un mes antes que pueda salir, por razon de los vientos contrarios, y la dificultad de pasar sobre los bajios sino con marea alta: necesitando ademas de esto una semana para llegar á la Bahia sin Fondo, mientras que un navío, que saliese de esta bahia, podria llegar en dicho tiempo, doblar el cabo de Hornos, y pasar el mar del sur.