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»Al pasar, noté que conversaban, en correcto francés, junto al piano cerrado, Leticia y el hermoso turco; y en los pocos instantes que me detuve con ellos, se acercó Sagrario a nuestra amiga, cuyo tipo componía admirablemente con el castizo oriental, para decirla en castellano: » Te recomiendo mucho que le trates como a cosa mía; pero no abuses.

Parecíase a Sabel, y aún se le aventajaba en la claridad y alegría de sus ojos celestes, en lo abundante del pelo ensortijado, y especialmente en el correcto diseño de las facciones. Sus manitas, morenas y hoyosas, se tendían hacia el vino color de topacio; el marqués se lo acercó a la boca, divirtiéndose un rato en quitárselo cuando ya el rapaz creía ser dueño de él.

No obstante, era correcto: las prendas podían ser como eran, viejas y sucias, pero no le faltaba ninguna de las correspondientes al rango de su traje, que él llevaba con toda majestad y respeto, contrastando singularmente con su miseria y la exigüidad de su persona pues, sobre ser enclenque, era de una estatura reducida a la expresión más mínima la suficiencia, y hasta diría, la importancia que trasudaba.

Doña Gertrudis estaba rebujada en una magnífica manta de felpa, y tenía la cabeza cubierta con una cofia, por debajo de la cual enseñaba algunos cabellos entre rubios y blancos. Su rostro era de singular blancura mate, fino y correcto. Los ojos azules y sumamente tristes. Más que de la enfermedad advertíanse en aquel rostro las huellas de la clausura. Me mata, me mata este ruido en los oídos.

La hacienda, los negocios, la educación de la hija, todo dependía y todo era dirigido y gobernado por Doña Blanca. El aspecto de D. Valentín era insignificante y neutral. Ni alto ni bajo, ni pelinegro ni rubio, ni flaco ni gordo. Parecía, con todo, un señor, por decirlo así, muy correcto en sus modales, en su continente y en su habla.

No sería correcto colocar mi sombrero en mitad de una acera, diciendo: "Yo soy Fulano de Tal, que he venido a verles. Echen algo para que me lleve un buen recuerdo de este país de riquezas". Por eso prefiero exhibirme en un teatro y justificar la generosidad del público con dos horas de aburrimiento y vulgaridades...». En el fondo, esto y nada más es una serie de conferencias.

Hallólo, al fin, en Celestino Reguera, famoso acuarelista de la Escuela sevillana, de esos que prefieren lo correcto a lo grandioso y tienen en más un paisaje de Watteau que una sibila de Miguel Ángel.

Una sonrisa feliz se esparcía por su rostro correcto y expresivo. Cuando exponía sus teorías acerca del matrimonio solía hacerlo con moderación: no quería ofender a nadie. Pero allá en su fuero interno diputaba a los casados por unos mentecatos que habían venido a hacer el primo a la existencia.

También le sirvió mucho su hermosura varonil y noble, ayudada por la expresión de su pasioncilla, en aquel momento irritada. Además el rostro del buen mozo, sobre ser correcto, tenía una expresión espiritual y melancólica, que era puramente de apariencia; combinación de líneas y sombras, algo también las huellas de una vida malgastada en el vicio y el amor.

En resumen: el Patio del Colegio del Arzobispo, por su esbeltez general, por lo fino y sobrio de su ornamentación, y por lo correcto y puro de sus menores detalles, es un verdadero prodigio de arquitectura y escultura, y merecería el metafórico dictado de «obra ática del estilo plateresco», si pudiese hablarse de este modo.