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El arte arábigo, formado por el consorcio de la belleza griega con la fantasía oriental, como Cástor engendrado en la union de Leda con Tíndaro, perecerá lo mismo que pereció el héroe griego, al paso que el arte cristiano, producto de la belleza antigua desarrollada en Atica y Corinto y del espíritu fecundo que la gracia de Dios comunicó á la humana mente por mediacion del Verbo, durará cuanto dure el mundo, así como es inmortal tambien el hermoso Pólux, hijo de Júpiter y Leda.

El comandante y los demás comensales eran de buena pasta y respondían sin incomodarse pizca a estas bromitas. Llagostera pensaba que eran la flor y la suprema expresión del humorismo y la sal ática. Por supuesto que, al cabo de algunos dimes y diretes, salía siempre con las manos en la cabeza. Oiga, comandante: no habrán dajado de mandar a la asposisión una buena partida de naranjas y melones...

El suelo del Atica es un ejemplo de esto, y a su esterilidad atribuye Tucídides el que allí viniese a formarse tan glorioso y próspero Estado, porque, en los principios de la civilización griega, los hombres huyeron de los terrenos fértiles, invadidos o infestados continuamente de ladrones y piratas, y vinieron a refugiarse en Atica, para estar al abrigo de las depredaciones y devastaciones.

Y almibarada y ponderativa, tornó a regalar a Carmen con caricias y frases de gratitud. En seguida salió de la sala, no ya con su paso saltarín de todos los días, sino con una carrera liviana y veloz, una especie de trotecillo fantástico. Narcisa hizo también mutis, como en las comedias, por una puerta lateral, con su novela en la mano y en la sonrisa ática una despectiva expresión.

Lo demás está escrito en el alma de sus hijos, en las tradiciones de la humilde aldea en que vivió por espacio de cuarenta años, y en los recuerdos siempre sonrientes como ella, de aquella sociedad verdaderamente ática de Mâcón, donde su recuerdo cuenta tantos amigos como mujeres contemporáneas suyas existen.

Y es que el mismo pueblo heleno había pasado su infancia nacional en el valle y las llanuras, tendido á la sombra de la gran montaña. De Tesalia procedían los helenos del Atica y del Peloponeso: allí habían combatido con los monstruos sus primeros héroes y allí sus primeros poetas, guiados por la voz de las musas Piérides, habían compuesto himnos y cánticos de victoria y de júbilo.

Durante largos años imperaron en la Bitinia, la Troyada, la Jonia, la Tracia, la Macedonia, la Tesalia y la Atica. Abuelos gloriosos de los conquistadores de América y de la infantería española de los tercios, estos almogávares eran incansables andarines, vestidos y armados á la ligera.

En resumen: el Patio del Colegio del Arzobispo, por su esbeltez general, por lo fino y sobrio de su ornamentación, y por lo correcto y puro de sus menores detalles, es un verdadero prodigio de arquitectura y escultura, y merecería el metafórico dictado de «obra ática del estilo plateresco», si pudiese hablarse de este modo.

En sus últimos años renunció Bretón á los obstáculos insuperables de las unidades, guardadas en sus primeros dramas, y, sin embargo, nunca incurrió en las licencias de los románticos; la comedia ática fué siempre el centro de su actividad, produciendo cada año de su vida obras superiores de esta clase, cuyos atractivos y cuya gracia nunca serán bastante alabadas.

El pueblo, bajo cuya palabra no comprendemos las heces más bajas de la sociedad, á pesar de todo el empeño que se muestra en pervertirlo y confundirlo, conoce y siente siempre lo poético y lo sublime; ni están tan embotadas sus facultades, que no pueda despertar de su letargo aspirando el perfume embriagador y poderoso de la flor más brillante de la poesía; no se han atrofiado ya hasta tal punto las fibras de su corazón, que resonaban antes armoniosamente, cuando un poeta verdadero pulsa esa lira profanada, arrancándole sonidos más enérgicos y melodiosos; su alma se conmueve todavía ante el espectáculo de lo noble y lo grandioso, en los tiempos pasados y presentes; no se ha extinguido en él tampoco el don de disfrutar de los cuadros seductores y aéreos, creados por la fantasía, ni sus ojos dejan de derramar lágrimas al contemplar la lucha gigantesca del héroe glorioso, defendiéndose hasta el fin del destino inexorable, ni sus labios, en fin, niegan la sonrisa á los chistes, si están inspirados por la delicadeza y por la gracia ática.