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Y luego, tan presto se da con el obrero sucio y fatigado, sudando y riendo, alegre, alborotador y pendenciero, que tira de una carreta ó dirige las mulas de un carro de mercancías, como se encuentra un enjambre de grisetas advenedizas, corredoras de aventuras que vienen del interior á buscar el rico botin de la corrupcion en los grandes puertos; ó se tropieza con grupos de vivanderas que hacen una infernal algazara, mujeres flacas, morenas, de ojos ardientes, de cara angulosa y líneas fuertemente pronunciadas; vestidas con enaguas ó trajes de colores vivos, pañolones rojos ó amarillos, un pañuelo atado á la cabeza, en forma de turbante ó suelto por detras, medias de algodon y alpargatas ó viejos zapatos de cuero tosco, y llevando cada una un enorme cesto de frutas ó legumbres, ó una carreta de mano, para ofrecer el artículo con gritos incesantes y chillidos agudos que penetran el cerebro.

Las gentes morenas, susceptibles en extremo y con gran miedo al ridículo, tomaban como ofensas estas bromas inocentes. Ponían los gendarmes al neófito en manos del barbero, y éste lo hacía sentar sobre una escalerilla al borde de la piscina. Los dos negros se agitaban detrás de él mojándole las espaldas con furiosas rociadas que le hacían estremecer, mientras el rapabarbas procedía a su tocado.

Era una promesa que había hecho en aquel anochecer lúgubre, cuando le vio llegar tendido en la camilla, pálido e inmóvil como un muerto. ¡Las veces que había llorado a la Macarena, la hermosa reina de los cielos, de largas pestañas y mejillas morenas, pidiéndola que no olvidase a su pobre Juanillo! La fiesta fue un acontecimiento popular.

Decir que hay más morenas que rubias, fuera ocioso, tratándose de Andalucía; pero su moreno es esclarecido, como el de las legítimas venecianas. Sin embargo, en el Albaicín abunda un tipo hechicero y rarísimo en España: la mujer blanca como la nieve y con el pelo negro como el azabache..... ¿Serán descendientes de odaliscas circasianas de los últimos harenes moros?

En el numeroso séquito del príncipe y sus regios huéspedes figuraban capitanes y cortesanos de Gascuña y España, de Inglaterra, el Lemosín y Saintonge. En los asientos y gradas encantaban la mirada las morenas bellezas del Garona y junto á ellas las rubias beldades inglesas, ostentando unas y otras sus mejores galas.

A la unidad militar se han adherido campesinos embrutecidos por la persecución y la desgracia, que se mueven como autómatas y á los que hay que arrear á golpes; mujeres que aullan arrastrando rosarios de pequeñuelos; otras mujeres, morenas, altas y huesudas, que callan con trágico silencio, é inclinándose sobre los muertos les toman el fusil y la cartuchera.

Lo único cierto es que la pasión es en el Sur más gritona, más aparatosa, más visajera; pero ello no quiere decir que sea más intensa. El loro alborota más con sus pasiones que el mudo pingüino, sin ser por esto más apasionado. Como iba diciendo, la belleza es aquí variadísima. Difícil sería decir si hay más rubias que morenas, o más morenas que rubias.

La vió reaparecer con un mohín gracioso entre las preocupaciones que la guerra hacía crecer sobre las almas como follajes sombríos. Hay que estudiar mucho para conseguir el diploma de enfermera. ¿Te has fijado en el traje?... Es de lo más distinguido: el blanco va bien lo mismo á las rubias que á las morenas.

Las hay blancas con el transparente blancor del alabastro; rubias como hebras de mazorca; morenas en que parecen haberse deleitado las miradas del sol, y también las hay enteramente negras, al igual de aquella princesa de las leyendas árabes que fue engendrada por el misterio en el vientre de la noche.

En torno de la mesa brillaban dos filas de esferas craneales sonrosadas ó morenas. Las orejas sobresalían grotescamente; las mandíbulas se marcaban con el óseo relieve del enflaquecimiento. Algunos habían conservado el mostacho enhiesto, á la moda del emperador; los más iban afeitados ó con bigotes cortos en forma de cepillo.