United States or Vietnam ? Vote for the TOP Country of the Week !


La cocinera, una criolla vieja, clamó, santiguándose espeluznada: ¡Avemaría purísima! ¡Avemaría!... ¡Avemaría!... ¡Avemaría!... exclamaron otra vez, uno por uno, los hijos del mayordomo. Y, temiendo que Juanillo fuera el ogro de los cuentos y los devorase también a ellos, escondiéronse los menores detrás de los mayores. Formaron así una larga hilera, como cuando jugaban al Martín Pescador...

Quedó en el timón el tío Chispas, un tiburón desdentado, que acogió con gruñidos de impaciencia las últimas indicaciones del patrón, y junto a él su protegido Juanillo, un novato que hacía en el San Rafael su primer viaje, y le estaba muy agradecido al viejo, pues gracias a él había entrado en la tripulación, matando así su hambre, que no era poca.

Gallardo sonreía modestamente, bajando los ojos, pero al mismo tiempo contoneaba su esbelta persona, como si no considerase difícil ni extraordinaria la hipótesis de su apoderado. Pero no hay que hacerse ilusiones, Juanillo continuó éste . Doña Sol quiere ver de cerca a un torero, con el mismo interés que toma las lecciones del maestro Luchuzo.

En el ruido de las aguas al tragarse a Juanillo creyó oír éste un grito, palabras algo confusas; tal vez el viejo timonel que gritaba: «¡Hombre al aguaBajó mucho, ¡mucho! atolondrado por el golpe, por lo inesperado de la caída; pero antes de darse cuenta exacta de ello viose otra vez en la superficie del mar braceando, absorbiendo con furia el fresco viento... ¿Y la barca? No la vio ya.

Ahora toca Juanillo, toca con todas tus fuerzas. El ciego comenzó a ejecutar una marcha guerrera. El silencioso hotel se estremeció de pronto, como una caja de música cuando se la da cuerda. Las notas se atropellaban al salir del piano, pero siempre con ritmo belicoso. Santiago exclamaba de vez en cuando: ¡Más fuerte, Juanillo, más fuerte! Y el ciego golpeaba el teclado, cada vez con mayor brío.

En las ventanas y puertas del comedor pululaban en enjambre cabezas ávidas de curiosidad... Los chicos lloraban porque los grandes no les dejaban ver... Las mujeres empujaban y codeaban a la par de los hombres... Juanillo desplegó la servilleta con toda tranquilidad; estaba solamente un poco pálido.

Ahora toca Juanillo, toca con todas tus fuerzas. El ciego comenzó a ejecutar una marcha guerrera. El silencioso hotel se estremeció de pronto, como una caja de música cuando se la da cuerda. Las notas se atropellaban al salir del piano, pero siempre con ritmo belicoso. Santiago exclamaba de vez en cuando: ¡Más fuerte, Juanillo, más fuerte! Y el ciego golpeaba el teclado, cada vez con mayor brío.

Su estómago repleto le saludaba con eructos de satisfacción. ¡Vida más hermosa!... ¡Tío Chispas!... Un cigarro. Ven por él. Juanillo corrió por la borda del lado contrario al viento. Era un momento de calma, y la vela rizábase con fuertes palpitaciones, próxima a caer desmayada a lo largo del mástil.

¡Bendita sea la mare que ha parió un mozo tan valiente!... Las amigas la aturdían con sus exclamaciones. ¡Qué suerte! ¡Y poquito dinero que iba a ganar su hijo!... La pobre mujer mostraba en sus ojos una expresión de asombro y de duda. Pero ¿era realmente su Juanillo el que hacía correr a la gente con tanto entusiasmo?... ¿Se habían vuelto locos?...

El juicio de Aristarco fue más severo: Ya que eres bueno y confiado, quiero hablarte con franqueza, Juanillo dijo a Simplón. Tu cuento-poema se define en una sola palabra: es un mamarracho.