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Actualizado: 26 de junio de 2025
Los dos hombres se enfrascaron en su entusiasmo de jinetes montaraces, que les hacía mirar al caballo con más amor que a las personas. Gallardo, algo inquieto aún, andaba por la cocina, mientras las mujeres del cortijo, morenas y hombrunas, atizaban el fuego y preparaban el almuerzo, mirando de reojo al célebre Plumitas. El espada, en una de sus evoluciones, se acercó al Nacional.
Como recuerdo de su madre una extranjera que se había casado en Méjico con el maestro para producir media docena de hijos y morirse inmediatamente , tenía el pelo de un rubio ceniciento y los ojos verdes claros. En cambio, todas las mujeres del país eran morenas pálidas, con cabelleras de un negro intenso.
Lo que pasó entre los dos, misia Gregoria no pudo averiguarlo, al punto; las voces no salieron del diapasón ordinario y hasta el oído curioso de la señora no llegó sino confuso murmullo; sus celos, exacerbardos con el misterio de esta entrevista sospechosa, le sugerían desatinadas reflexiones: sin duda, el tal emisario se vendría con muchas exigencias, cuando el otro seguía tieso que tieso; cuestión de dinero todo, porque las rubias y las morenas de este jaez no entienden otro idioma. ¿A que salía ella, así, de improviso, y le ponía las peras a cuarto al calaverón de su marido y al alcahucil aquel?
Soy muy hombre, don Fernando, y por eso me deja indiferente ese pecado tonto en el que usted piensa y que sólo proporciona escándalos y quebraderos de cabeza... Otros pecados, no digo que no... Una sonrisa de malicia infantil arrugó sus mejillas morenas, en las que se marcaba la mancha azul de la recia barba.
Señores, me parece que estoy allí todavía; el mantel blanco, con la fina porcelana de Sajonia y la vieja vajilla de plata; arriba de nuestras cabezas, la araña de cobre; y bajo su luz viva, a mi derecha, ella, pálida, rígida, con ojos entornados de sonámbula; a mi izquierda, él, con sus cabellos negros y espesos, sus mejillas morenas, su arruga sombría en la frente y sus miradas fijas en el mantel... Y, como se me ocurre la idea de que está fastidiado por ser el tercero en una noche de bodas, y temo que se quiera ir, lo tomo afectuosamente por los dos hombros y le agradezco el martirio que se ha impuesto por mí.
El amor, sólo el amor empujaba a los hombres a matarse. Los rústicos caballeros eran apasionados en sus predilecciones y fatales en sus celos, como héroes de novela. Por una atlota de ojos negros y manos morenas se buscaban y se provocaban en la obscuridad de la noche con relinchos de desafío; se aucaban de lejos antes de venir a las manos.
Cualquier ciudadano pacífico, incluso los poetas líricos, puede pasar un rato agradable viendo desfilar una muchedumbre de Margaritas rubias y morenas con las cuales se pudieran empezar novelas tan amenas, si no tan famosas, como la de Fausto. Además, en el centro del paseo hay un estanquillo. La acera de Recoletos termina en la plaza de Colón.
Inútil de refutar ciertos inconvenientes de algunos lindos escritores, sobre las pieles más ó menos morenas, y los rostros más ó menos narigudos. En cuestión de estética, cada raza tiene la suya la China, por ejemplo, que tiene 414 millones de habitantes y cuenta con una civilización muy antigua, encuentra feos á todos los europeos á quienes llama Fan-Kwai, ó sea diablos rojos.
Los escarolados y nervios de la piedra labrada ocultábanse bajo una capa de cal. En los balcones verdes mostrábanse a aquellas horas de la mañana cabezas de mujeres morenas, de rasgados ojos negros, con flores en el pelo. Fermín siguió una de las amplias aceras limitadas por dos filas de naranjos agrios.
Como aquí, el sol es caliente, el cielo azul, los árboles verdes; como aquí, las mujeres son morenas, cantan acompañándose de una guitarra y se arrodillan delante de la Virgen; sin contar con que más de una ensenada de la costa de Sicilia ofrecería un bueno y seguro refugio a la tartana. Vamos, ¡rumbo hacia Italia, comandante!
Palabra del Dia
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