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Soltero, rico, apasionado por lo bello, buen poeta á sus horas, unido en amistad con todos los pintores notables y literatos célebres de París, Pedro Vesín había hecho de su casa un brillante centro, en el que se daban cita, los domingos, todos los aficionados de buen gusto y los artistas distinguidos. Las comidas de la calle de Matignon eran célebres.

Le creía apasionado, celoso y tal vez enterado de todo, porque nunca falta gente chismosa que se deleite en dar ciertas noticias. Derrotado y huido de su patria, Pedro Lobo debía de estar más feroz que nunca, y Rafaela temía, sino ponía en salvo a Arturito, apartándole de , que ocurriese a éste un lastimoso percance.

El tentador del género humano había presentado repetidas veces esta idea á la mente de Ester, y se reía del gozo apasionado, al mismo tiempo que lleno de desesperación, con que ella al principio la acogía, y después se esforzaba en rechazarla. Apenas acariciaba semejante idea, cuando ya quería destruirla.

Cada vez más embargado por la emoción, Miguel dejó que su alma se desbordase; la expresó con lenguaje vivo y apasionado cuánto la amaba y lo feliz que algún día sería uniéndose a ella; la prometió no olvidarla ni un solo instante, escribirla a menudo y venir a verla en cuanto le fuese posible. La niña se llevó la mano a la frente y dijo con voz alterada: Se me está partiendo la cabeza de dolor...

Apasionado por la caza, sus perros eran sus amigos: hablaba con ellos, los besaba, los miraba fijamente en los ojos, cual si quisiera penetrar en su obscura alma bruta. Ante aquellos seres ínfimos se volvía humilde; los servía personalmente, se despreocupaba de mismo por cuidar de que no les faltase nada, y si alguno de ellos se enfermaba, no se daba un solo momento de reposo.

¿Qué tiene usted que mandarme? Vengo a pedirle un favor... ¡Cómo me gustan sus artículos de usted! Es claro... Si usted me necesita... Un favor de que depende mi vida acaso... ¡Soy un apasionado, un amigo de usted! Por supuesto... siendo el favor de tanto interés para usted... Yo soy un joven... Lo presumo. Que quiero ser cómico, y dedicarme al teatro... ¿Al teatro?

Pero Tristán volvió los ojos hacia su esposa y le clavó una larga mirada de amor apasionado y tierno. Ella bajó la suya. El joven le tomó una de sus manos, la llevó a los labios y en voz queda comenzó a cantarle al oído el himno del amor acompañado de los chasquidos del látigo y del tintineo de los cascabeles. Era Tristán elocuente, poseía una imaginación viva.

Una de las veces que por allí crucé me sentí tan tiernamente apasionado y aun agradecido, que me acerqué a la reja, y después de convencerme de que nadie me observaba, besé los hierros donde mi saladísimo dueño había puesto tantas veces sus manos. Retireme contento a casa. Aquel feliz estado de espíritu me hizo de nuevo ver las cosas de color de rosa.

Es que las ha sorprendido usted en el momento de la conferencia. Estoy seguro de que nada malo le sucederá... Fernanda le quiere a usted... Me consta. ¡Oh, no! exclamó el apasionado joven. ; le quiere a usted, hombre... Ya verá usted. Estuve por decirle: «¿Cómo no ha de quererle, siendo vieja y fea y no teniendo a nadie que la mire a la caraPero me contuve.

Así debió de pensarlo el joven rubio, a juzgar por el éxtasis apasionado de sus ojos y la inmovilidad marmórea de su figura. Al fin la dama, no pudiendo vencer la irritación que esto la producía, alzóse bruscamente de la silla y despidiéndose con una frase seca del dependiente, que le guardaba extraordinarias consideraciones, salió del comercio y llegó hasta la Puerta del Sol a toda prisa.