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Su vestimenta se compone de una manta muy grosera: el país abunda en caza. La costa de la Tierra del Fuego en este parage consta de diferentes montecitos cubiertos de arena. Desde la expresada boca, y á unas diez ú once leguas, se encuentra otro, á cuyo lado meridional sale una punta de tierra cuya costa tira al S, y se nombra el Cabo Nasau. En la costa septentrional se puede fondear en 15 brazas.

A principios de julio entró Gabriel en la vigilancia nocturna de la catedral. Bajaba a la caída de la tarde al claustro, y en la puerta del Mollete uníase al otro vigilante, un hombre de aspecto enfermizo, que tosía tanto como Luna y no abandonaba la manta en pleno verano. ¡Vaya, al encierro! decía el campanero, agitando sus llaves.

Golfín? dijo acercándose en línea recta. Aquí estoy repuso Golfín seriamente. Creo que debe usted ponerse la venda y retirarse a su habitación. Yo le acompañaré. Me encuentro perfectamente.... Sin embargo, obedeceré... Pero antes déjenme ver esto. Observaba la manta y entre las mantas una cabeza cadavérica y de aspecto muy desagradable.

Pues nada menos que igual en todo a los contrabandistas que, procedentes del campo de Gibraltar, se veían en el barrio de la Viña con harta frecuencia; me lo figuraba caballero en un potro jerezano, con su manta, polainas, sombrero de fieltro y el correspondiente trabuco.

Arrancando uno, quizá puediera pasar se dijo Martín . Y esto no sería difícil... luego necesitaría una cuerda. ¿De dónde sacaría yo una cuerda?... La manta... la manta cortada en liras me podía servir... No tenía mas instrumento que un cortaplumas pequeño. Hay que ver la solidez de la reja murmuró. Volvió a subir. Se hallaba la reja empotrada en la pared, pero no tenía gran resistencia.

Momo llevó a la cocina, punto de reunión de toda la familia, una buena provisión de panes grandes y blancos, unas alforjas y la manta de su padre. En seguida desapareció llevando del diestro a Golondrina. Dolores volvió a cerrar la puerta, y se reunió en la cocina con su marido y con su madre. ¿Me traes le dijo el jabón y el almidón? Aquí viene. ¿Y mi lino? preguntó la madre.

Cuando sentía cansancio, después de esta contemplación nocturna, se iba al fondo del edificio para tenderse en un blando colchón formado con dos mil ochocientos colchones del país. También podía envolverse en una manta cuyo grueso estaba formado con cinco de las que empleaban las muchachas del ejército cuando salían de maniobras.

Entregaron los serenos a Martín en manos del alcaide, y éste le llevó hasta un cuarto obscuro con un banco y una cantarilla para el agua. Demonio exclamó Martín , aquí hace mucho frío. ¿No hay sitio dónde dormir? Ahí tiene usted el banco. ¿No me podrían traer un jergón y una manta para tenderme? Si paga usted... Pagaré lo que sea. Que me traigan un jergón y dos mantas.

El adverbio a manta se emplea a cada instante para ponderar o encarecer la abundancia de algo. Las voces mantés, manteson, mantesada y mantesonada, mantesería y mantesonería, salpican o llenan tanto todo coloquio como en Málaga la de charran y sus derivados. Más singular es aún el uso del gerundio en diminutivo, para expresar que se hace algo con suavidad y blandura.

En cuanto sonaron las diez ambas hermanas se retiraron a sus respectivas habitaciones. Cecilia se echó una manta por encima de los hombros, apagó la luz y se sentó detrás de los cristales del balcón. Esperó una, dos horas. A las doce, próximamente, de la noche percibió entre los árboles dos sombras.