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Doña Sol entonces hubo de asustarse de su poca prudencia, y deseosa sin duda de cortar las alas a los atrevidos pensamientos que ella misma había hecho nacer en el alma de Morsamor, apeló a un recurso, empleado con harta frecuencia, aunque por demás peligroso.

Lo propone en esta forma. «Lo que tiene conciencia de la identidad numérica de mismo en diferentes tiempos, es por este mero hecho una persona; esto se verifica del alma; luego el alma es personaCon harta inexactitud emplea Kant la palabra persona; sabido es que para merecer este nombre, no basta ser substancia inteligente; sino que se necesita el ser principio completo de las operaciones, independientemente de la agregacion á otra substancia, y de la union con un supuesto.

El valle donde está situado el insigne monasterio de S. Gerónimo, con harta justicia lleva el nombre de Valparaiso, pues nada menos que un Eden representa á los ojos su frescura; cerca de este hay otro llamado Vallehermoso, y tiene tan merecido su nombre, que quien penetra en él sin saberlo se lo de nuevo.

Ni para que me lo digas ni para que yo lo discuta te he pedido yo y me has concedido la cita. Yo no soy un personaje ridículo y no tienes derecho para querer hacerme objeto de una necia burla. Yo estaba exasperada, señor don Andrés, y si alguna falta hubo en , harta disculpa tiene. Por mi humilde cuna, por mi baja condición social, todos me despreciaban, incluso vuecencia.

¡Estoy harta de tener calma! exclamó con enfado Nucha, como el que oye una gran simpleza . He rogado, he rogado.... He agotado todos los medios.... No aguardo, no puedo aguardar más.

Con harta razón se ha escrito que el famoso pintor Luís de Vargas regeneró la escuela sevillana, pues su obra fué de las que más influyeron en el siglo XVI en sus contemporáneos, gloria que con él compartieron Flores y el célebre maese Pedro de Campaña.

Ni falta... A mucha honra... De gloria y descanso te sirva tu ducado, harta de miseria. Mira, como vuelvas aquí, ¿sabes lo que hago? ¿Qué? preguntó Isidora, sintiéndose con más fuerzas para rechazar un nuevo ataque. Pues si vuelves aquí, cojo la escoba... y te barro ¡qué puño!, te echo a la calle como se echa el polvo y cáscaras de fruta».

La traza que tuvo el Duque para librarse de las descomodidades que la gente de guerra pudiera causar en su Estado pacifico, fué la siguiente. Entresacó de nuestro exército doscientos soldados de á caballo los de mayor servicio y partes, y trescientos infantes, y repartió entre todos ellos algunas haciendas con harta moderacion por todo su Estado.

Siguió por la calle adelante despidiendo alegría de su rostro fresco; y entrando en la tienda de Sobrino, empezó a ver cosas y a dar sobre todas ellas su parecer, encareciendo unas, desdeñando otras, no harta nunca de ver y de comentar. «Que me lleven esto a casa... Vaya, Sr.

Las ballenas y cetáceos no desdeñan semejante presa; persíguenla, se introducen en los bancos; con sus bocazas absorben por toneladas el enjambre infinito que sin disminuir por eso huye en dirección de las costas. Allí se opera otro género de destrucción mayor todavía. La pescadilla se llena, se harta de arenques y engorda; otro tanto sucede con el abadejo.