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Actualizado: 6 de mayo de 2025
El nieto, que era el único que podía subir a su dormitorio a todas horas, encontrábale de buena mañana con su levita azul, alto cuello de puntas y la negra corbata arrollada en varias vueltas, sujeta por una perla enorme. Hasta en días de enfermedad conservaba su aspecto correcto, de una elegancia antigua.
A una dama le gustaba el aspecto marcial y varonil del conquistador; se deleitaba escuchando las memorables jornadas de Garravillas y Jarandilla, cuando iba persiguiendo a los sublevados. A otra le placa oirle disertar en estilo correcto con su hermosa voz de gola, acerca de los problemas políticos y militares.
No es muy correcto que una señora venga á visitar á un hombre tan malfamado como tú; pero ¡habrán venido tantas aquí antes que yo! Y estas palabras fueron acompañadas de una risa maliciosa. A continuación se puso seria, y dijo con timidez: Vengo por negocios... por un asunto de dinero.
Lo único que le interesaba en aquellos momentos era cierta rodilla que buscaba la suya por debajo de la mesa, transmitiéndole su dulce calor á través de un doble telón de sedas. Pero Francia siguió quejumbrosamente el industrial se muestra arisca con nosotros. Hace años que nuestro emperador le tiende la mano con noble lealtad, y ella finge no verla... Eso reconocerá usted que no es correcto.
En cambio, su amor a D. Jaime era legítimo, correcto, conforme a la clase y posición de ella, y fundado, por último, en causas no menos poéticas que el amor que por el P. Enrique, si hubiese sido lícito, hubiera ella podido sentir.
Voy á escribírselo yo misma, inmediatamente. ¡Oh! Déjeme usted ese cuidado, tía mía, exclamó la joven. Eso no sería ni correcto ni conveniente, contestó Clementina. Parecería que te sustraías á mi jurisdicción y que hacías concesiones, cuando es él quien debe hacerlas ... ¡Oh! tía mía, nada más que una palabra al final de la carta ...
Una señorita de treinta y siete años, muy correosa y espiritada, que se confesaba con él, llegó a decir entre burlas y veras: Padre, ¡qué sería de mí si usted se muriese! Lo cual hizo reir a los circunstantes y pareció molestar un poco al correcto sacerdote. La marquesa quiso prohibirle que pronunciase aquella tarde la plática de costumbre; pero él se negó rotundamente a ello.
Sospechó un instante que estaba demasiado cerca y podía alcanzarle una bala en su desvío. Pero él era el director, todo lo había organizado y todos le debían obediencia. Las armas estaban cargadas por él, y no era aceptable ni correcto que un proyectil se permitiese la insolencia de ir en su busca. Gómez dudó también por un instante si se retiraría, pero al ver inmóvil al maestro se pegó a él.
Veo, Ricardo, por lo que me cuenta, que Robledo lo dirige todo y usted es á modo de un empleado suyo... No debía mezclarme en sus asuntos, pero todo lo que se refiere á usted ¡me inspira tanto interés!... Yo no digo que el español cometa indelicadezas al repartir las ganancias del negocio; eso no. Robledo es hombre correcto, pero abusa un poco de la condición de tener más años.
Buenos días, señor Ojeda... Usted perdonará la libertad que me tomo, pero yo soy amigo de don Isidro, y tal vez le habrá hablado de mi persona... Usted dispense que me acerque así como así, ¡pero entre compatriotas! ¡somos tan pocos en el buque!... Por eso me he dicho: «Aunque no sea correcto, voy a saludar a ese señor».
Palabra del Dia
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