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Carmen mostrábase animosa, muy pálida, apretando los labios, azulados por la emoción, moviendo nerviosamente las pestañas para mantenerse serena; y cuando le veía ya en el vestíbulo, llevábase de pronto el pañuelo a los ojos, estremecido el cuerpo por las bascas de suspiros y llantos que no lograban salir, y su hermana y otras mujeres tenían que sostenerla para que no viniese al suelo.

Pareció dudar si me diría una cosa, que por fin no se atrevió a confiarme. Elena, he contado con usted para recobrar esas cartas. ¡Conmigo! ¿Qué puedo yo hacer?... Creo que si usted hubiera insistido... He insistido respondió nerviosamente. He hecho más... he ido a su casa a pedírselas. ¡Oh! Luciana... , una mañana ese paso insensato e inútil, sin saberlo mi madre.

Y de pronto rompe en una larga risa cristalina; su cuerpo vibra; sus hombros suben y bajan nerviosamente. Yo no , Azorín; yo no lo que yo quisiera. Pepita no desea nada. Tiene un bello pelo rubio abundante y sedoso; sus ojos son azules; su tez es blanca y fina; sus manos, estas bellas manos que urden los encajes, son blancas, carnosas, transparentes, suaves.

El comandante Blumhardt se acordaba de los suyos, que vivían en Cassel. Ocho hijos, señor dijo con un esfuerzo visible para contener su emoción . Los dos mayores se preparan para ser oficiales. El menor va á la escuela desde este año... Es así. Y señalaba con una mano la altura de sus botas. Temblaba nerviosamente de risa y de pena al recordar á su pequeño.

Creo que en este caso hubiera tirado a Kisseler por la ventana... Cuando todos se marcharon y Elena se metió en su cuarto, me quedé fumando un cigarro con Lacante para esperar la hora del tren. Lacante estaba preocupado y tocaba el tambor nerviosamente con los dedos en la mesa. Por fin dio un suspiro y dijo: Tendré que separarme de mis amigos o de mi hija.

Eva azotaba nerviosamente con la fusta las hojas secas que quedaban todavía en las ramas muertas... Carlos se mordía el bigote oprimido por la conciencia de la palabra irreparable arrancada a su conciencia. ¿Quién sabía? Acaso le amaba ya un poco, a él, que la amaba tan apasionadamente... Acaso su brutal franqueza había helado la florecilla azul de un áspero frío de invierno.

Hacía esfuerzos por aparentar rudeza y mal humor, como si se presentase arrastrado por el deber y no por el cariño; pero el cerdoso bigote le temblaba y los ojillos parpadeaban nerviosamente.

Cambió de fisonomía, sus manos temblaron, y viendo á Herminia que, aterrada, se había detenido á tres pasos, se puso á gritar: ¡Mi hija! ¡Oh, Dios mío! ¿Me aborreces ya? Entonces ¿qué va á ser de ? Grandes sollozos sacudieron nerviosamente á la solterona, que, avergonzada de su debilidad, se cubrió el rostro con las manos y cayó aniquilada en una butaca.

Un poco molesto ya por la querella que se había buscado con su inexcusable intemperancia de lenguaje, y en la que veía que no era el suyo el mejor papel, estaba de un humor execrable y arrugaba nerviosamente la esquela tan lacónica como urgente llevada al castillo. ¿Qué diablos puede quererme? murmuraba entre dientes. Lo mejor es ir a verlo dijo sencillamente su tío.

Luego sacó un retrato y le dió un beso, mostrándolo á su visitante. Mi hijo es cazador alpino, lo que llaman «diablo azul», y está en los Vosgos. La vieja, por no ser menos, sacó también del pecho un retrato de soldado. A mi nieto lo mataron; pero ahora trabaja en un cinema todas las noches. La cocinera se movió nerviosamente en su asiento, abriendo mucho los ojos.