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Estuvo a punto de echarlo todo a rodar y ponerse a reñir como una verdulera, para lo cual tenía dotes especialísimas; pero un pensamiento interesado, un pensamiento de conservación la contuvo. Si rompía con su amiga, si la irritaba, las probabilidades de salvar su capital disminuían.

Acometíanle, en estos momentos, súbitos arranques de ternura; se confesaba sin rubor, con gozo voluptuoso, el amor que sentía; perdonaba a Luis de todo corazón y se prometía amarle toda la vida en silencio, no ser jamás de ningún otro hombre. Según trascurrían los días este sentimiento se irritaba, se trasformaba en deseo enfermizo, irracional.

Su progenitor Xuan, el Tipo, vinatero, procedente de Toro, fué el primer usufructuario del dicho apéndice o alias, y lo debía a que, estando irritado, y se irritaba a menudo, amenazaba con quitar el tipo al sursum corda.

A esa hora se retiró a casa y don Rosendo también, el cual encontraba a su yerno harto distraído y preocupado. Gonzalo se disculpaba diciendo que le irritaba mucho la bilis la conducta de los amigos de Maza. Fuéronse a dormir. A eso de las once, cuando todo estaba en silencio, nuestro joven salió sigilosamente de casa y emprendió a pie por el camino de Tejada.

Entre él y D. Narciso había una enemiga profunda, feroz. Pero éste le tenía miedo. El antiguo cabecilla de las huestes carlistas era capaz, si se le irritaba un poco, de apalearle en la misma iglesia. Don Miguel triunfaba por el terror. El P. Narciso afectaba despreciarle, pero siempre a sus espaldas.

Lo que más le irritaba era la afición de los muchachos á llamarse por los apodos de sus padres y aun á fabricarlos nuevos. ¿Quién es Morros d'aca?... El señor de Peris, querrá usted decir. ¡Qué modo de hablar, Dios mío! Parece que esto sea una taberna... ¡Si á lo menos hubiese usted dicho Morros de jaca! Descrísmese usted enseñando á estos imbéciles. ¡Brutos!...

Madariaga parecía seguir como una bandera la trenza ondulante de la amazona. Esta, á los nueve años, echaba ya con habilidad su lazo á las reses. Lo que más irritaba al estanciero era que la familia le recordase su vejez. Los consejos de Desnoyers para que permaneciese tranquilo en casa los acogía como insultos.

Este aplomo soberano irritaba visiblemente á la señorita Helouin, pero, al mismo tiempo, la domaba; sin embargo, si sólo hubiera arriesgado perderse con su cómplice, no dudo que le hubiera prestado inmediatamente, y con más razón, un servicio análogo al que me había dispensado la víspera; pero era probable que, cediendo á su celosa cólera y confesando su ingrata duplicidad, se perdiera sola; y tenía toda la inteligencia necesaria para comprenderlo.

¡Cristo! ¡Y para tener este encuentro desagradable había salido de casa tan temprano! ¡Citado por su propia mujer! ¡Cómo reirían los amigos del Casino al saber aquello! Querían oír algo de lo que se decían aquellos señoritos. ¡Sube!... ¡Sube! dijo Luis a su esposa con acento imperioso. Le irritaba lo ridículo de la escena.

Honrado por inclinacion y educacion y extraño á todo contrabando, me irritaba en el primer momento, á cada nuevo registro, como si por mi sola figura pudiera estar exento de inquisiciones aduaneras.