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Roger atacó al gigante normando, pero un golpe de la maza de éste hizo pedazos su espada y lo derribó sobre un grupo de muertos y heridos.

El escuadron de Maza Sin casco ni coraza Se avanza con valor. Tal era el nombre del escuadron que mandaba Zacarías Álvarez el dia de su muerte. Este nombre le habia sido dado por el general Lavalle en memoria del infortunado coronel don Ramon Maza, fusilado por Rosas en el momento en que preparaba una revolucion contra él, en Buenos Aires.

Á la espalda la bien provista aljaba de cuero y el arco de combate, arma la más terrible y mortífera de las conocidas hasta la fecha y pendiente del cinto la espada, el hacha ó la maza, según la elección de cada cual.

Efectivamente, razón tenía. Su hijo, el coronel Maza, tenía tramada una conspiración en que entraba todo el ejército, y después Rosas decía que había muerto al anciano padre por no darle el pesar de ver morir a su querido hijo. Pero aun me falta entrar en el vasto campo de la política general de Rosas con respecto a la República entera.

Iba á caer sobre él con los puños, con los dientes, entablando una lucha prehistórica, la pelea animal antes de que el hombre inventase la maza. Tal vez el otro ocultaba un arma y podía matarle; pero él, en su soberbia vengativa, sólo veía la muerte del enemigo, repeliendo todo temor.

Le acompañaba el octogenario alguacil Marcones con tercerola y sable. El iba armado de revólver y estoque. Después, y sucesivamente, fueron saliendo y diseminándose por las tertulias nocturnas don Melchor, Gabino Maza, don Pedro Miranda, Delaunay, don Mateo, y todos los demás. Los indianos tardaron más tiempo.

¡Por lo pronto, contestó el barón de Morel arrancándose el parche que por tanto tiempo cubriera su ojo izquierdo, creo haber cumplido mi voto dando muerte en leal combate á uno de los más pujantes y famosos caballeros enemigos! Y ahora ¡á morir matando! Lo mismo digo, asintió tranquilamente Oliver de Butrón, enarbolando pesada maza.

Tendidos por la yerba, y por el heno, Se comenzó el convite, y ha durado Desde el hora de prima, hasta nona; Mas ninguno escapó sin maza y mona.

Eso decía yo continúa García . ¡Para qué coches!...» La Gaceta del día siguiente anunció que los impíos unitarios habían asesinado a Maza. Un gobernador del interior decía, aterrado, al saber esta catástrofe: «¡Es imposible que sea Rosas el que lo ha hecho matar!» A lo que su secretario añadió: «Y si él lo ha hecho, razón ha de haber tenido»; en lo que convinieron todos los circunstantes.

Hipólito Cloquet queria que se distinguiese le preparacion, y preferia, siguiendo á Lange, Maza, Baumès, la tintura á la administracion interior del polvo de la sustancia.