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De allí en adelante, don Tadeo quedó para sus enemigos convertido en un pobre hombre, y a los ojos de sus partidarios como un mártir: él, imaginando convertir en provecho su caída, se dedicó por entero a ser instrumento de las ideas a que siempre tuvo inclinación.

La desdichada se empeña con toda la energía de su alma en dominar su inclinación, declarando á Don Alvaro, con fingida frialdad, que se casó con su esposo por deber y por amor. Durante esta entrevista se oye un cañonazo: es la señal que anuncia la partida de Don Juan; Serafina se apresura á acompañarlo á su patria, y Don Alvaro se queda en Gaeta sin esperanza.

Fue como una pasión poderosa, de las que avasallan, y Ana la acogió con placer, porque así alimentaba el hambre de amor que sentía, de amor, que tuviese objeto sensible, algo finito, una criatura. «, , pensaba, yo combatiré la inclinación al mal, enamorándome de este bien, de este sacrificio, de esta abnegación.

¿Qué tal? preguntó la Marquesa entre dientes, más con el gesto que con los labios. Y su esposo contestó con una inclinación de cabeza que quería decir: ¡Perfectamente! y en tanto se servía un buen plato de sopa de tortuga. El Marqués ya no tenía las sardinas en el cuerpo. Otro misterio como el de Balmes en el techo.

La inclinación de Tirso á la sátira se ostenta hasta en los títulos de sus comedias, llamando á algunas de ellas comedias sin fama, para burlarse de los empresarios de teatros y de los libreros, que apellidaban famosas hasta á las de los autores más inferiores.

Presidía los trabajos el P. Gil, como coadjutor interino, pero la mayor parte de las damas atendían ya más a las indicaciones del P. Narciso. La noticia de su triunfo había volado por todo Peñascosa, y las señoras, con su inclinación nativa a todo lo que brilla y alcanza éxito lisonjero en el mundo, comenzaban a sentir de nuevo cierta ternura por él.

Para todos estos casos hay una inclinacion natural que nos impele al asenso.

Iba ya a despedirme, acordándome de la recomendación de mi novia, cuando creí escuchar ruido de dinero y murmullo de gente arriba. ¿Qué hay arriba? pregunté a uno. Timbirimba. Si usted quiere echar una miraíta, suba usted esa escalera. Aunque no soy jugador, siempre he tenido alguna inclinación a los naipes.

Y si al principio podía dominarle, valiéndose del amor, más tarde el amor de Mariano se enfrió; con el cariño huyó el respeto, y ya no fue posible contener la impetuosa inclinación del muchacho a la vida vagabunda y aborrecimiento del estudio. Pasado algún tiempo de luchas, empezó a tenerle miedo, asustada por su bestial y aborrecido lenguaje.

La Condesa nos dejó, y nosotros nos pusimos a preparar las cosas para el viaje. Poco rato después oímos el tiro. Esta es la verdad. ¿Confirma usted lo que dice esta joven? preguntó Ferpierre a Zakunine. El interrogado contestó con una breve inclinación de cabeza. ¿Cuáles fueron las palabras amargas que la Condesa profirió?