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En virtud, pues, de sus dotes poéticas y de su inagotable fecundidad, adquirió nuestro vate su popularidad sin ejemplo y su dominio en el teatro, á que aluden todos los escritores de su época.

Energía en la guerra, economía en la administracion, imparcialidad en la justicia, sagacidad y cautela en el modo de vivir, son las dotes que distinguen á este Sultan.

El espectáculo de la civilización, ¿ha dominado al fin su rudeza selvática, y quiere vivir en el seno del lujo y de las comodidades? Yo creo que todas estas causas reunidas aconsejaron a Facundo su mal aconsejado viaje a Buenos Aires. El poder educa, y Quiroga tenía todas las altas dotes de espíritu que permiten a un hombre corresponder siempre a su nueva posición, por encumbrada que sea.

Montalván se detiene a describir las portentosas dotes que revelaba Lope en su niñez; refiere cómo leía en romance y latín a los cinco años, y, antes de saber manejar la pluma, repartía su almuerzo con los compañeros mayores para que le escribieran los versos que él improvisaba.

Y á la verdad, cada vez que atravesamos una frontera, oyendo hablar una nueva lengua, observando otra expresion en las fisonomías, deteniéndonos en las diferencias de trajes, un estudio agradable y provechoso comienza para nosotros, que con placer pretendemos conocer las dotes fisonómicas y particulares á cada una de esas grandes familias que se llaman naciones.

Era tu nuevo Abd-el-rhaman jóven de grandes dotes, de un porvenir brillante; mas ¿qué habia de poder ya ni aun el hombre de mayor genio con las bastardas pasiones que se agitaban en tu seno?

Merece sin disputa alguna ser considerada esta capilla como una de las mas acabadas creaciones del estilo plateresco: es bella, suntuosa, abundante en riquísimos detalles, magestuosa, grande, obra llena de verdad y de poesía; mas ¿cómo han de bastar todas sus dotes para atenuar el dolor que producen en el ánimo del artista los recuerdos de lo ya destruido?

Cabalmente hacia la época en que Hans Sachs y Rosenblüt , no obstante su rudo ingenio y dotes poéticas populares, echaban los cimientos de su literatura dramática, que hubiesen podido servir á poetas posteriores para darles forma más perfecta, abrieron los eruditos con sus piezas latinas un abismo entre la comedia popular y el drama clásico de más altas pretensiones.

En el bello elogio que hace Enrique Heine de nuestro egregio compatriota el Rabi Jehuda ben Leví de Toledo, después de ponderar las altas dotes de aquella alma, llega a suponer que el mismo Dios al crearla, la besó prendado de su hermosura, y que el eco del beso divino resuena con inmortal resonancia en los versos del vate toledano.

Pero en él germinaba y se desarrollaba quizá como en ningún otro de España. Poco a poco lo iba analizando, disecando mejor, penetraba hasta las últimas fibras, lo contemplaba en sus múltiples aspectos, y una vez convencido de que le reportaría ventajas, se lanzaba sobre él con rara y sorprendente audacia. Esto era lo que acerca de sus dotes de especulador había producido el engaño del públíco.