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Pero, esperad... que vaya alguien corriendo a Casa de Winthrop a buscar a Dolly; es la mejor mujer que puede darse. Ben estaba aquí antes de la cena, ¿se ha marchado ya? , señor me he cruzado con él dijo Marner ; pero no tuve tiempo de detenerme a decirle otra cosa sino que iba en busca del doctor, y él me respondió que éste estaba en casa del squire.

¡Huele á cuarenta siglos! observó uno con énfasis. Ben Zayb se olvidó del espejo para ver quien había dicho aquella frase. Era un militar que había leido la historia de Napoleon. Ben Zayb le tuvo envidia y para soltar otra frase que molestase en algo al P. Camorra, dijo: ¡Huele á Iglesia!

¡No puede ser! decía Ben Zayb; cállese usted... ¡no sabe lo que se dice! ¡Que no lo he de saber, puñales! ¡No sea usted tonto!... los ladrones debían ser más... ¡Hombre! el chupa-tintas éste... Tuvieron un buen altercado. Lo principal para Ben Zayb era no soltar el artículo, dar proporciones al hecho para que resulte la peroracion. Cortó la discusion un susurro.

En aquel momento por las vueltas y revueltas del río, hablábase de su rectificacion y naturalmente de los trabajos de las Obras del Puerto. Ben Zayb, el escritor que tenía cara de fraile, disputaba con un joven religioso que á su vez tenía cara de artillero.

El barcelonés Jehudah Ben Levi Barzili, insigne jurisperito, compuso un Ordenamiento de los contratos i otros libros. Selomoh Ben Gabirol, nacido en Málaga i vecino de Zaragoza, escribió varias obras poéticas i de filosofía moral.

A propósito, Capitan, dijo Ben Zayb volviéndose; ¿sabe usted en qué parte del lago fué muerto un tal Guevara, Navarra, ó Ibarra? Todos miraron al Capitan menos Simoun que volvió la cabeza á otra parte como para buscar algo en la orilla. ¡Ay ! dijo doña Victorina, ¿dónde, Capitan? ¿habrá dejado huellas en el agua?

Ninguno se atrevía á hacer coro á aquellas diatribas; don Custodio podía indisponerse con S. E. si quería, pero ni Ben Zayb, ni el P. Irene, ni el P. Salví, ni el ofendido P. Sibyla tenían confianza en la discrecion de los demás.

Esos que son entierros baratos, P. Camorra, ¿éh? dijo Ben Zayb. Siempre he dicho yo que son filibusteros los que no pagan entierros pomposos, contestó el aludido riendo con la mayor alegría. Pero ¿qué le pasa á usted, señor Simoun? preguntó Ben Zayb viendo al joyero, inmóvil y meditabundo. ¿Está usted mareado, ¡usted, viajero! y en una gota de agua como esta?

Un dia del año 871 estaba el Amir en su cámara entretenido con un esclavillo muy lindo y gracioso que tenia sobre sus rodillas. Era un dia cubierto de pardas nubes, con gran tempestad de truenos y relámpagos. El katib Abdallah ben Aasim entró para despachar, y el rey le pregunta: ¿á qué vienes en semejante dia? ¿qué podemos hacer hoy?

Con esto los doscientos infantes quedaron en ciento treinta y cuatro, y los veinte caballos en siete. Las mujeres eran mas de dos mil, y así dice el mismo Montaner: Romangui mal acompayat de homes, ben acompayat de fembres.