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Hacía versos, pintaba acuarelas, improvisaba romanzas en el piano, daba consejos sobre muebles y trajes, conocía las antigüedades. Don Marcos no encontraba límites á su inteligencia. Lo sabe todo decía . ¡Si pudiera fijarse en una sola cosa!... ¡Si quisiera trabajar!

Su antecesor rara vez subía al púlpito, y el verle a él en la cátedra del Espíritu Santo casi todos los días, despertó la curiosidad primero, después el interés y hasta el entusiasmo de los fieles. Su elocuencia era espontánea, ardiente; improvisaba; era un orador verdadero, valía más que en el papel, en el púlpito, en la ocasión.

Cuando D. Jaime «estaba en fondoslos gaudeamus se sucedían en el colegio; variedad de postres, vino de Jerez y hasta se improvisaba una que otra merendeta en el campo: D. Jaime era muy aficionado a pintar paisajes, muy malos, eso , pero que no por eso dejaban de ser celebrados por discípulos y profesores.

La embromaba con algún mozo que no le pareciese rival temible, improvisaba contra ella de vez en cuando algunas redondillas burlescas, que dejaban sorprendidos y extasiados a todos, muy particularmente a Rafael, que no se hartaba de reír y repetirlas, y contemplar con admiración a Andrés, como si el hacer versos fuese cosa de milagro, y la engañaba siempre que podía contándole alguna estupenda patraña, en medio de la algazara general.

Entre una y otra representación tocaban las músicas alegres polcas, y la granujería de siempre, agarrada de un modo repugnante, improvisaba academias de baile en las aceras, chocando muchas veces contra las mesas donde las buenas mozas de vestido almidonado, pañuelo de seda y cara bravia vendían garbanzos tostados, orejones y ciruelas pasas.

Recitó, fingiendo el pícaro que improvisaba, los capítulos 1.º, 2.º, 3.º y 4.º de una de sus Vetustas y ya iba a terminar con el epílogo que copiaremos a la letra, cuando Obdulia le interrumpió diciendo: ¡Dios mío! ¿Habrá aquí ratones? Yo creo sentir....

El sábado, a la caída de la tarde, era la gran fiesta en el navío. Rezábase la salve «y otras prosas», como decía Colón en su diario. Se improvisaba un altar con imágenes y velas encendidas, reuniéndose ante él tripulantes y pasajeros. ¿Somos aquí todos? preguntaba el maestre. Dios sea con nosotros respondía a coro la gente.

Mientras los niños jugaban con su madre en el campo, como pequeños salvajes, el enfermo tosía recluido en su dormitorio, detrás de los cristales, o se asomaba a la puerta buscando un rayo de sol. Por las noches, a altas horas, era la visita de la musa, enfermiza y melancólica, y sentado al piano improvisaba entre toses y gemidos su música, de una voluptuosidad amarga.

En montón comprendía Emma que todo aquello significaba que la robaba el tío.... Y aquí estaba lo que ella entendía por lujo refinado.... No la importaba; y le dejaba hacer, le dejaba robar, prefiriendo no calentarse los cascos, calculando lo caro que le salía este placer de no meterse a pedir cuentas ni a reñir por cuestión de ochavos, ella que improvisaba una verrina a grito pelado sobre motivos de un caldo demasiado caliente.

Y al mismo tiempo versos improvisaba, de los cuales el sujeto era ¿ni cómo podía ser otro? aquella adorada hermosa; y tal vez por un enternecimiento de amor expresado en un concepto poético que en su imaginación nacía y moría, asomaba una lágrima a sus ojos, que de bravos se tornaban en enamorados.