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Para él, robar un reloj, una cartera, un rollo de dinero o cualquier otra cosa de valor que una persona pueda llevar sobre , no es un delito, sino un trabajo de arte, una hazaña.

Con los amigos, hasta la pared de enfrente, o no tenerlos. Mi querido doctor exclamó Esteven reconocido... Y levantándose, la mano poco aseada de S. E. entre las suyas, agregó que se marchaba, porque no quería robar al ilustre ministro el tiempo, que tan escaso le venía para sus múltiples e importantes ocupaciones. No se moleste usted, doctor, en acompañarme... ¡siempre tan amable!

Y haciéndolo así, me parece que se abstendrían de robar, porque si ahora lo hacen con tanta frecuencia es porque, además de no concebir ni conocer la ruindad del hecho, no se les compele a la satisfacción, si no existe la cosa hurtada, y sólo pagan su delito con azotes; pero, en sabiendo que además de los azotes les han de hacer pagar el valor de lo hurtado, ellos se abstendrían de este vicio.

Sus habitantes que se hallan cuasi desnudos y carecen hasta de víveres, se ven obligados á robar; por lo que son temidos de sus vecinos, cuyos campos devastan y saquean sin hallar quien ponga obstáculo á sus rapiñas. Finalmente la industria de este canton se reduce á muy poca cosa, aunque, desde el tiempo de los Jesuitas, se han reservado sus naturales la fundicion de campanas y de calderas.

Vosotros, los verdaderos hijos, salid, si no queréis que os eche los perros. ¡Pronto! ¡Fuera de aquí! ¡A pedir por los caminos! ¡A robar en las cercas! ¡A espiojarse al sol! El segundón atropella por los mendigos y los estruja contra la puerta con un impulso violento y fiero, que acompañan voces de gigante.

Pero daba por bien empleados sus sacrificios pensando en el volumen de ochocientas páginas que iba á escribir, para Berlín, sobre el caburé y sus costumbres, libro que le valdría el premio de varias Academias. A los dos amigos se les ocurrió lo mismo: robar la prodigiosa bestia ó llevarse cuando menos algunas de sus plumas. El golpe sólo podía darse á la hora de la siesta.

Su familia antes que nadie. ¿No estaba dispuesto á defender á los suyos de los mayores peligros? ¿No tenía el deber de mantenerles?... Hombre era él capaz de convertirse en ladrón para darles de comer. ¿Por qué había de someterse, cuando no se trataba de robar, sino de la salvación de su cosecha, de lo que era muy suyo?

¿Y qué más puede haber? ¿Dicen también que el señorito don Pedro sale a robar a los caminos? ¡Canalla de incircuncisos ésos, sin más Dios ni más ley que su panza! Aseguran que la noticia viene por persona de la misma casa. ¿Eeeeh? Cargue el diablo con el viento. Que la noticia viene por persona de la misma casa de los Pazos.... ¿Ya me entiende usted? Y don Eugenio guiñó el ojo.

La Nela, durante los largos años de su residencia allí, había ocupado distintos rincones, pasando de uno a otro conforme lo exigía la instalación de mil objetos que no servían sino para robar a los seres vivos su último pedazo de suelo habitable.

Yo velaré aquí por los intereses de V. Y si peligran; si es menester apelar á medios violentos, cuente V. también conmigo... hasta para el rapto. Á poco me aventuro prometiéndoselo á V., porque doy por firme que no se dejará robar Clarita. ¿Y por qué, para qué he de irme á Sevilla? ¿Pues no se lo he dicho á V. ya? Porque aquí no hace V. sino perjudicarse, sin gusto y sin ventaja.