United States or Haiti ? Vote for the TOP Country of the Week !


Tendré que irme decía Ulises con vacilación . Me esperan en Barcelona: no tengo noticias... ¿Qué será de mi buque?... Ella, que le escuchaba con aire distraído, no queriendo entender sus tímidas insinuaciones, respondió una tarde categóricamente: Se acerca el momento de que cumplas tu palabra, de que te sacrifiques por . Luego podrás marcharte á Barcelona, y yo... yo iré á juntarme contigo.

Cuando tío y sobrina se quedaron solos, dijo ella con la energía de quien no admite contradicción: Óigame usted bien, tío. Quiero irme a vivir solita, porque me conviene; no hay fuerzas humanas que me hagan desistir. Y le advierto a usted una cosa: que todo lo que se trae usted con la Carolina, la que estaba de corista cuando yo trabajaba.

Yo también siento irme y perder esta última tarde que creía poder pasar con vos. ¡Pero ya que es preciso!... mañana volveré a saber de vuestra hermana. Ella misma os recibirá. Os repito que no es nada lo que tiene. Pero no os escapéis tan pronto, os ruego; concededme siquiera un cuarto de hora de conversación. Tengo que hablaros. Sentaos ahí y escuchadme.

Elena la animó á que hablase, y entonces la mestiza dijo resueltamente: Yo estaba al servicio del finado don Pirovani, y como ya es difunto... por lo que todos sabemos, debo irme. Manifestó la señora su extrañeza ante tal decisión. Podía quedarse; ella estaba contenta de sus servicios. La muerte del italiano no era motivo suficiente para que se marchase.

¡Qué cambios en nuestra existencia dijo . Pero no hablemos de esto, no perdamos el tiempo en lamentaciones. Necesito irme cuanto antes; siento miedo, gentleman.... Para venir aquí he tenido que pasar cerca de un grupo de soldados, que han empezado á decirme cosas atrevidas, creyendo que yo era un hombre. ¡Imagínese si descubriesen al profesor Flimnap vestido con estas ropas!

Atónito Pablo Aquiles, no sabía qué responder, temeroso de que sus hermanas se enterasen del escándalo; tuvo, sin embargo, un asomo de energía, cosa rara en él, y dijo a la mujer que se mandara mudar de prisita y en silencio. Lívida, ella chilló: ¿Irme yo? ¡pues no faltaba más! si el mismo derecho de estar en la casa que usted lo tiene mi niño, como que lleva su sangre.

Tipo bien opuesto tambien al de Adolfo, era el de otro personaje que no quiero bosquejar, para irme directamente á la figura principal de mi cuadro, que tambien se crió al calorcillo del nido: el autor del presente libro, mi querido amigo Campo-Arana.

Aquella noche tuve la flaqueza, que acaso el lector encuentre perdonable, de irme a eso de las once y media hacia la calle de Argote de Molina. Cuando emprendí el camino no sabía fijamente qué es lo que allí iba a hacer. Muy pronto quedó determinado en mi cerebro. Avancé cautelosamente por ella, y al llegar al recodo desde donde podía verse la casa de Gloria, me detuve. El corazón me daba saltos.

Nosotros nos fuimos a casa juntos como la otra noche. Pidiéronme que jugase, codiciosos de pelarme. Yo entendíles la flor y sentéme. Sacaron naipes: estaban hechos. Perdí una mano. Di en irme por abajo, y ganéles cosa de trescientos reales; y con tanto, me despedí y vine a mi casa.

Por fortuna, nadie había en la galería por donde atravesaba. Ahora dijo para la condesa, continuando en su marcha y en su pensamiento es necesario que esta carta llegue á manos de mi padre, sin que la lleve yo... ¡bah! renuncio á mi venganza á trueque de que mi padre y señor pudiera reconocerme; preferiría irme á él con la cara descubierta, y mostrarle la carta de don Rodrigo.