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Ya ha visto usted con qué salero bracea. ¿Y tirar de un carro?... Ni un elefante tiene su empuje. Ahí en el cuello verá usted las señales. Batiste no parecía descontento del examen, pero hizo esfuerzos por mostrarse disgustado, valiéndose de mohines y toses.

La cicuta en estas circunstancias, guarda un término medio entre el carbonato de amoníaco y el estaño; es asimismo útil algunas veces en las toses con vulsivas que persisten con algun infarto pulmonal despues de una neumonía, en cuyo caso es este medicamento un escelente auxiliar del fósforo.

Por eso temía el final y lo evitaba. Pero era preciso acabar: á las toses siguieron los bostezos, á los cuchicheos los murmullos. Buscaba sin cesar el remate; daba vueltas alrededor del asunto, procurando una salida airosa; pero no encontraba escapatoria; la palabra se deslizaba de su boca, y afluía continua, sin solución, infinita. "Es preciso concluir," decía la voz interior. "¿Concluir?

Así hablaba el alma atribulada de Lázaro, mientras con los medios exteriores se dirigía al auditorio en un discurso, confuso, tortuoso, desigual y falto de lógica. Empezaron las toses. Dicen los oradores que al oír las toses en las pausas de sus discursos, se les hiela la sangre. Lázaro las oyó repetidas y comunicadas á todo el auditorio, y resonaron en su corazón como siniestros ecos.

Porque él no es ningún mocito... ¡Ah, gallego tigre!... En las inmediaciones del fumadero estaban sentados unos cuantos de la banda, y al verles venir cambiaron miradas y toses. Ojeda se irguió arrogante, cual si presintiera un peligro. Pasó mirándolos con ojos de provocación, pero todos parecieron ocupados de pronto en importantes reflexiones que les hacían bajar la frente, y no se fijaron en él.

Indicarémos otra propiedad del cobre que quizá algun dia recibirá una legítima sancion, relativa á su estension á los espasmos viscerales, la cual consiste en su eficacia contra las toses convulsivas en el segundo período de la coqueluche. Su indicacion es justa y completa, si la tos está desprovista de todo elemento flegmásico.

Y continuaba su discurso incoherente, interrumpido por toses y por sollozos. Después el Magistral le hizo callar y escucharle. Habló mucho y bien don Fermín. Era necesario para obtener el perdón de Dios que don Pompeyo, antes de sanar, porque sin duda sanaría y eso pensaba él también diese un ejemplo edificante de piedad.

Dioles mucha risa y, apartándose, ya estaban juntos hasta ciento. Comenzaron a escarrar y tocar al arma y en las toses y abrir y cerrar de las bocas, vi que se me aparejaban gargajos. En esto, un manchegazo acatarrado hízome alarde de uno terrible, diciendo: -Esto hago. Yo entonces, que me vi perdido, dije: ¡Juro a Dios que ma...!

En aquel momento cesaron los cánticos del pueblo devoto; siguió silencio solemne; después hubo toses, estrépito de suelas y zuecos sobre la piedra resbaladiza del pavimento... una impaciencia contenida. Hacia la puerta sonaba el tic, tac, de las monedas con que Visitación y la Marquesa golpeaban la bandeja para llamar la atención de la caridad distraída.

Luis, influido por el sitio, pensaba en Goya y en las duquesas graciosas y atrevidas que, vestidas de majas, venían a sentarse bajo aquellos árboles, con sus galanes de capa de grana y sombrero de medio queso. ¡Aquellos eran buenos tiempos! Las toses insistentes y maliciosas de su cochero le avisaron. Una señora bajaba del tranvía y se dirigía al encuentro de Luis.