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Porque el ocio, esa gran pesadumbre de los grandes, que en vez de lágrimas tiene bostezos, había despertado en el ilustre prócer y guerrero invicto la afición a la fotografía, no encontrando en él la aptitud necesaria para el cultivo de otras artes más elevadas.

Estas dos circunstancias denotan en los dos medicamentos un espasmo de los vasos; espasmo, que si es ya notable en la plata metálica, es mayor en el nitrato: las palpitaciones y latidos no se limitan al corazon, sino que se presentan tambien en el epigastrio y pecho; el frio y calosfríos se elevan basta la horripilacion convulsiva, y están acompañados de bostezos, pandiculaciones, estiramientos, abatimiento estraordinario y aun ansiedad.

Delante fueron las Josefinas, soñolientas aún y dando bostezos, empujándose unas a otras. Seguían las Filomenas con cierto orden, las más diligentes dando prisa a las perezosas. Donde hay muchas mujeres, tiene que haber ese rumor de colegio, que se hace superior a la disciplina más severa. Entre chacota y risas se oía el rumorcillo aquel: «Mauricia... ¿no sabéis?

Algunos prorrumpían en largos bostezos y otros arrojaban al fuego trozos de tablas; corrían de mano en mano las calabazas de aguardiente, y los que se habían calentado se retiraban del corro para ceder el puesto a los vecinos que tiritaban. Pero cierta impaciencia se iba apoderando de la multitud.

Temía que de pronto un ronquido grosero cortase esta música incomprensible para él, y que, por lo mismo, debía ser magnífica. Se pellizcaba las piernas para espabilarse; extendía los brazos; cubríase la boca con una mano para ahogar sus bostezos. Pasó mucho tiempo. Gallardo no estaba seguro de si había llegado a dormir. De pronto sonó la voz de doña Sol, sacándole de su penosa somnolencia.

Porque los bostezos delatan sueño que no puedes tener, o languidez de estómago que bien puedes tener porque almorzaste muy poco. ¡Qué esperanza! He almorzado el doble de lo habitual. Mañana, en la posta del Paso, almorzarás el triple del doble y pasado mañana en la «Celia», el cuádruple del triple. Mira que eres exagerado repuso Lorenzo riéndose.

Los dos se habían visto obligados á cambiar de ropa todas las noches, para no parecer «inarmónicos» como decía el español en medio de esta elegancia absurda creada por la presencia de Elena. Como el norteamericano estaba fatigado de su trabajo en los canales, tuvo que sofocar numerosos bostezos, y al fin se levantó para retirarse á su dormitorio.

Como si también los perros comprendiesen su derecho a ser atendidos antes que nadie, acudieron desde el rincón más oscuro, y olvidando el cansancio, exhalaban famélicos bostezos, meneando la cola y levantando el partido hocico.

Parapetada detrás de sus antiparras, la madre Angustias observaba los bostezos y acariciaba su caña dictatorial sin decir palabra á la culpable, esperando á que se durmiera, y entonces ¡ira de Dios! le sacudía un cañazo, seguido de una retahila de insinuaciones coléricas.

Comenzaba a amanecer, pero las primeras y vagas luces del alba a duras penas lograban colarse por las tortuosas curvas de la calle de los Gastros, cuando el señor Rosendo, el barquillero que disfrutaba de más parroquia y popularidad en Marineda, se asomó, abriendo a bostezos, a la puerta de su mezquino cuarto bajo.