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Junto a la ciudad de Zaragoza, en España, hay familias que viven en agujeros abiertos en la tierra del monte: en Dakota, en los Estados Unidos, los que van a abrir el país viven en covachas, con techos de ramas, como en la edad neolítica: en las orillas del Orinoco, en la América del Sur, los indios viven en ciudades lacustres, lo mismo que las que había hace cientos de siglos en los lagos de Suiza: el indio norteamericano le pone a rastras a su caballo los tres palos de su tipi, que es una tienda de pieles, como la que los hombres neolíticos levantaban en los desiertos: el negro de África hace hoy su casa con las paredes de tierra y el techo de ramas, lo mismo que el germano de antes, y deja alto el quicio como el germano lo dejaba, para que no entrasen las serpientes.

Después del smoking, el frac murmuró Robledo . El Carnaval se extiende por el desierto, y esta mujer va á volvernos locos á todos. Miró el traje del norteamericano, que era igual al suyo: un traje de campo, útil para los trabajos al aire libre, é hizo una comparación muda con el aspecto que presentaban los demás.

El ser bueno da gusto, y lo hace a uno fuerte y feliz. «La verdad es dice el norteamericano Emerson que la verdadera novela del mundo está en la vida del hombre, y no hay fábula ni romance que recree más la imaginación que la historia de un hombre bravo que ha cumplido con su deber

Mirado de cerca, el organismo norteamericano presenta los mismos síntomas de enfermedad que el de las más viejas sociedades europeas. Su régimen político ha sido fuente de progreso, indudablemente; pero las ideas republicanas están lejos de practicarse con la pureza que generalmente se les atribuye.

Al llegar á sus manos el final de la cuerda, contempló tristemente su extremo cortado. Las lágrimas enturbiaron su visión. Luego, la hija de la estancia palideció de cólera mirando hacia las dunas, detrás de las cuales había desaparecido el norteamericano. ¡Que el demonio te lleve, gringo desagradecido!

Grinell ni al público norteamericano; organizóse otra con los socorros prestados por ciertas sociedades de Londres que tenían en mira, ó la propagación bíblica, ó una postrera investigación respecto al malogrado Franklin. Pocos viajes hay más interesantes que éste, y se explica á maravilla el ascendiente que el joven Kane había ejercido sobre todos.

Y el que saque de este cuento otra lección mejor, vaya a contarlo en Roma. Cada uno a su oficio Fábula nueva del filósofo norteamericano Emerson

Había manifestado el día anterior que nunca podría amar a un hombre con bigotes; ella estaba por el varón a estilo norteamericano, con la cara limpia de pelos lo mismo que los luchadores helénicos.

El último y más célebre de todos, el norteamericano Maury, emprendió valerosamente lo que hubiera hecho retroceder á cualquier Gobierno, el examen y clasificación de innumerables cuadernos de bitácora, de esos informes documentos, á menudo truncados, que llevan los capitanes.

Y esta energía suprema, con la que el genio norteamericano parece obtener hipnotizador audaz el adormecimiento y la sugestión de los hados, suele encontrarse aun en las particularidades que se nos presentan como excepcionales y divergentes de aquella civilización. Nadie negará que Edgard Poe es una individualidad anómala y rebelde dentro de su pueblo.