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Actualizado: 27 de junio de 2025
He olvidado dejar en casa del capitán Canterac el cheque sobre París que le entrego todos los meses. Luego hizo un movimiento de hombros y continuó andando junto al norteamericano. Se lo daré cuando vuelva á mi casa. De todos modos, no tenemos correo hasta pasado mañana.
Hasta en los Estados Unidos país donde las mujeres ejercen una enorme y legítima influencia creen algunos, equivocadamente, que mi novela es á modo de una sátira del feminismo norteamericano. Como EL PARAÍSO DE LAS MUJERES ha sido traducida ya á varios idiomas, me decido á publicarla igualmente en español, aunque no pensase en ello cuando la escribí.
Antes de él, el mar sólo constituía una cosa á los ojos del sinnúmero de marinos que se deslizaban por sus aguas; gracias á Maury, hoy se le considera persona: todos le reconocen por un exaltado y formidable amigo á quien adoran y quisieran domar. El norteamericano está enamoradísimo del mar. Sin embargo, á cada momento se contiene y se para, temiendo traspasar el límite que se ha propuesto.
Piddington, menos artista, pero tan sabio como el norteamericano, en su Guía del marino, enciclopedia de las tempestades, da los resultados de una ilimitada experiencia, los medios minuciosos de calcular la proximidad ó distancia del ciclone ó torbellino, de fijar su rapidez, de apreciar la curva que describen los vientos, la naturaleza de las distintas olas.
Vieron campos eternamente verdes, canales rumorosos en los que el agua parecía reir, caminos orlados de altos árboles, casitas blancas... Watson pensaba en los jardines frutales de California, y Robledo en la huerta de Valencia. El norteamericano fué el primero que salió de esta abstracción, señalando mudamente la pieza inmediata, donde se habían instalado los recién llegados.
La niña de Rojas, al convencerse de que el norteamericano huía verdaderamente, hizo un gesto de cólera, al mismo tiempo que lanzaba palabras suplicantes: ¡No se vaya, gringuito!... Oiga, don Ricardo; no se ofenda... Mire que esto sólo ha sido para reir, lo mismo que otras veces.
Para el muerto la unción de los gusanos, repartición, de carnes entre hermanos: ¡comedia eterna, repugnante dolo! Mayo, 1920. Poetisa contemporánea, casada con norteamericano, pero españolísima de sentimientos. A ALEJO VALD
Nuestro partido perderá el gobierno por eso, señores; por extender el número de las asambleas. Con una cámara única de veinticinco amigos no seremos vencidos. Yo se lo he dicho siempre al general: No le haga caso a don Benjamín Boston; mire que don Benjamín es de origen norteamericano, mientras que nosotros debemos seguir la escuela política de Rivadavia.
Su padre es norteamericano, y a esto ha debido que reciba educación. No hay diez ciudadanos que sepan más que leer y escribir. No hay un militar que haya servido en los ejércitos de línea fuera de la República. ¿Creeráse que tanta mediocridad es natural a una ciudad del interior? ¡No! Ahí está la tradición para probar lo contrario.
Y así estuvieron inmóviles largo tiempo, como si no la hubiesen visto nunca, hipnotizados por aquella cara de mofletes luminosos suspendida en el horizonte. Un norteamericano arrojó una botella con dirección al astro. Había que dar de beber a la gran señora. E inmediatamente, como si esta locura fuese contagiosa, una lluvia de botellas vacías o sin destapar fue cayendo en el Océano.
Palabra del Dia
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