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Actualizado: 20 de julio de 2025
En su casa, lo primero que veía al despertar era un edificio catalán, rico y monstruoso, semejante á los palacios que dibujan los hipnotizados en sus ensueños: una amalgama de flores persas, columnas góticas, troncos de árboles con cuadrúpedos, reptiles y caracoles entre follajes de cemento.
Y así estuvieron inmóviles largo tiempo, como si no la hubiesen visto nunca, hipnotizados por aquella cara de mofletes luminosos suspendida en el horizonte. Un norteamericano arrojó una botella con dirección al astro. Había que dar de beber a la gran señora. E inmediatamente, como si esta locura fuese contagiosa, una lluvia de botellas vacías o sin destapar fue cayendo en el Océano.
Y entonces, cual si vinieran del otro mundo, acompañadas del viento que gemía en la puerta y sollozaba en la ventana, se oyeron estas palabras, que los labios de misia Casilda pronunciaron gravemente: ¡Padre mío! ¡tía de mi alma, perdón!... El papel cayó al suelo, y el padre y la tía, como hipnotizados, no se movieron... De pronto, la señora dió un grito y se arrojó sobre don Pablo, enloquecida... Correr a la calle, a la policía y dar parte; quizá se estaba en tiempo aún, quizá podía evitarse la horrible desgracia. ¡Quilito muerto! no, ni pensarlo: ¡Dios no sería tan cruel, la santísima Virgen de Luján no lo permitiría!
Hipnotizados por la lluvia de monedas de plata que preveían, tenían una actitud grave y recogida, no faltaban a una genuflexión y presentaban las vinajeras o transportaban los Evangelios con una solemnidad digna de otro marco. Todos trataban de excederse a sí mismos.
Sus ojos parecían reflejar lo existente con nuevas formas en el fondo de unas aureolas obscuras de cansancio... ¡Margarita! Se miraron largamente, como hipnotizados por la sorpresa. Ella mostró inquietud al ver que Desnoyers adelantaba un paso. No... no. Sus ojos, sus manos, todo su cuerpo, parecieron protestar, repelerle en su avance, fijarlo en su inmovilidad.
Febrer permaneció mucho tiempo inmóvil en la roca, con los codos en las rodillas y la mandíbula en las manos, sumido en sus pensamientos, hipnotizados los ojos por el manso subir y bajar de las aguas palpitantes.
Palabra del Dia
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