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Mientras los rutinarios ingleses exploraban de Este á Oeste, Kane se proponía remontar en derechura al Norte y tomar posesión de aquella concha inexplorada. Su proyecto llamó la atención general. Un armador neoyorkino, Mr. Grinell, dió generosamente dos embarcaciones, auxiliando la empresa las sociedades científicas y el público todo.

A Kane aparenta divertirle esto, y hace asomar la risa á nuestros labios cuando nos lo cuenta: «Lloraban dice, y entonaban todo género de lamentos, mas, no perdían el apetitoLos maridos, los padres de los rehenes, devuelven los objetos sustraídos y toman la cosa buenamente, cual hombres inteligentes que no tienen para oponer á los revólvers norte-americanos otras armas que huesos de pescados.

Durante el tercer invierno, falto de víveres y de combustible, habría perecido si otros esquimales no lo alimentaran con su pesca; en cambio Kane cazaba para ellos. Mientras tanto, algunos de sus hombres enviados á explorar, tienen la buena suerte de descubrir el mar que así le preocupa.

Primero, enfermaron los de Terranova, lo cual atribuía Kane á la falta de luz: si se les ponía ante los ojos una linterna encendida se aliviaban: mas, poco á poco fué consumiéndolos extraña melancolía y se volvieron locos. Los perros esquimales siguieron sus huellas, y hasta su perra Flora, «la más discretala que reflexionaba mejor, comenzó á delirar como sus compañeros y sucumbió.

Salvado Kane por los esquimales, que no habían sabido abusar de la fuerza que les daba el número, ni de la miseria extrema en que veían sumidos á los exploradores, déjales su embarcación en medio de los hielos. Débil, extenuado, consigue por medio de un viaje, que duró ochenta y dos días, volver al Sur, empero allí encuentra la muerte.

Un marino que todavía no contaba treinta años y ya había recorrido toda la tierra conocida, Elíseo Kent Kane, acababa de proclamar una idea atrevida, pero magnífica, que había exaltado vivamente la ambición americana. Así como Wilkes prometiera descubrir un mundo, Kane se comprometía á encontrar un mar, un mar libre bajo el polo.

Llevábalos de Terranova magníficos, y perros esquimales; á todos ellos teníalos por mejores compañeros que al hombre. En sus dilatadas estaciones, cuando las noches se prolongaban meses y meses, los canes vigilaban alrededor de la nave. Al pasearse Kane por entre horrorosas tinieblas, guiábalo el tibio aliento de aquellas fieles bestias, que calentaba sus manos.

Las fatigas hácense tan crueles, que unos mueren, los otros quieren volverse á su país. Kane se mantiene firme; ha ofrecido un mar, y preciso es que lo encuentre. Conspiraciones, deserciones, actos de traición, vienen á hacer más horrible la existencia de aquellos desgraciados.

La noche dura varios meses, y en ocasiones es tal su obscuridad, que Kane, rodeado de sus perros, sólo los divisaba merced á la humedad del aliento. En tan dilatadas, muy dilatadas tinieblas, sobre esa tierra desolada, estéril, vestida de hielos impenetrables, erran, no obstante, dos solitarios que se obstinan en vivir allí, en medio de los horrores de un mundo imposible.

Grinell ni al público norteamericano; organizóse otra con los socorros prestados por ciertas sociedades de Londres que tenían en mira, ó la propagación bíblica, ó una postrera investigación respecto al malogrado Franklin. Pocos viajes hay más interesantes que éste, y se explica á maravilla el ascendiente que el joven Kane había ejercido sobre todos.