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Y galvanizada por la alegría de José Luis, la abuelita empezó a referir, con abundancia de detalles familiares, episodios sumidos en el largo pasado, y cuyos protagonistas, evocados así, parecían comparecer ante ella, adoptando un singular aire de personas resucitadas y sorprendidas de salir a la claridad del mundo.

Salvado Kane por los esquimales, que no habían sabido abusar de la fuerza que les daba el número, ni de la miseria extrema en que veían sumidos á los exploradores, déjales su embarcación en medio de los hielos. Débil, extenuado, consigue por medio de un viaje, que duró ochenta y dos días, volver al Sur, empero allí encuentra la muerte.

Cuando el reinado de El-Hakem, habia ya tenido lugar en Córdoba la recepcion de aquellas brillantes embajadas enviadas por los emperadores de Bizancio: las huestes árabe-españolas habian hecho estremecer el Africa al sangriento choque de sus armas vencedoras; la Europa entera fijaba aqui los ojos conociendo que habia de partir de aqui la civilizacion de pueblos sumidos aun en la ignorancia y la barbarie.

Y ya se disponían a volver en dirección a la cortadura, cuando, de repente, un confuso ruido de palabras se oyó zumbar en el aire. Marcos apagó la linterna, y ambos quedaron sumidos en la obscuridad. Alguien va por ahí arriba dijo el contrabandista en voz muy baja . ¿Quién será el que se ha aventurado a trepar al Falkenstein con este tiempo de nieves?

Como los pobres indígenas dependen absolutamente de los administradores, apénas consiguen al año un permiso de quince dias para ir á efectuar las siembras, y de otros quince para recoger sus frutos; pero precisamente la estacion de las cosechas suele ser la del comercio y del transporte de mercancias, por lo que acontece generalmente que no pudiendo ir en el debido tiempo á retirar los productos de sus sembrados, pierden la mayor parte, y pasan un año entero sumidos en la mas profunda miseria.

Don Diego y Gastón de Vitré se asemejaban en su dolor. Se hubiera dicho que eran dos hermanos de la moribunda. El uno y el otro vivían apartados de los demás y se pasaban el día sentados bajo un árbol o sobre la arena, sumidos en un estupor mudo y sin lágrimas. Si el conde hubiese tenido lugar de ser celoso, lo habría estado de la desesperación del joven.

Aquello que se llamaba en los libros la poesía, se le había muerto a él años atrás; ya lo creo, hacía muchos años.... ¡Las estrellas! ¡qué pocas veces las había mirado con atención desde que era canónigo!... De Pas se detuvo, se descubrió, limpió el sudor de la frente y se quedó mirando a los astros que brillaban sobre su cabeza sumidos en el abismo de lo alto. «Tenía razón Pitágoras; parecía que cantaban». En aquel silencio oía los latidos de la sangre de su cabeza... y también se le figuró oír otro ruido... así como de campanillas que sonasen muy lejos.... ¿Eran ellos? ¿Eran los coches que volvían?

Por lo mismo, prostérnase la multitud ante locos y alucinados en los países musulmanes, y se considera muy glorificado aquel á quien ensucian con su saliva ó sus excrementos, puesto que, bajo humana forma, viven fuera de la humanidad; sin duda están sumidos en divino sueño. Por otra parte, algunos de estos desdichados son verdaderamente buenos y gustan de hacer bien, en el límite de sus fuerzas.

Contemplábalos Ojeda con respeto y envidia, sumidos en su gravedad silenciosa que tenía algo de sacerdotal; insensibles a la música y los rumores de fiesta que venían de abajo; huyendo de los reflejos luminosos que esparcía el buque sobre sus costados como un halo de gloria; avanzando la cabeza en la noche para husmearla mejor; indiferentes al mundo alegre y variado que invadía las entrañas de la nave en cada viaje; sólidamente adheridos al testuz del monstruo cuya marcha guiaban, como el cornac guía al elefante montado en su frente.

Sólo quedaban en la aldea los hombres útiles, que hacían fuego al amparo de los escombros. Una parte de ellos emprendió á su vez la retirada. De pronto, el capitán sufrió la angustia de un mal recuerdo. ¡Los heridos! ¿Qué hacer de ellos?... En un granero de techo agujereado, tendidos en la paja, había más de cincuenta cuerpos humanos sumidos en doloroso sopor ó revolviéndose entre lamentos.