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Por lo pronto, este siglo XX empieza para los factores de milagros por fuerzas sobrenaturales con una disminución de sesenta millones de francos en la sola Francia, que fue siempre el granero principal del vicario de Dios en la tierra, y que hoy, sólo con cerrarle la bolsa del Estado, ha puesto a los cardenales a medio sueldo en Roma.

En contra á San Miguel bien se mostraba Del parecer de todos los prelados: Al Arzobispo él solo se juntaba; Mas á aquellos que fueron congregados, El Arzobispo presto excomulgaba, Y en tablillas los pone declarados. En aquesto el de Quito muerto habia, Y Granero de gota padecia.

D. Alonso Granero, muy prudente, Que de antiguos Toledos descendía, Tambien se halla en Lima, aunque doliente, Que listado de gota, se sentia. Del Paraguay electo de presente Obispo está, que Guerra se decía: En este consistorio congregado Preside el Arzobispo ya nombrado.

Antoñona tendría cuarenta años, y era dura en el trabajo, briosa y más forzuda que muchos cavadores. Con frecuencia levantaba poco menos que a pulso una corambre con tres arrobas y media de aceite o de vino y la plantaba sobre el lomo de un mulo, o bien cargaba con un costal de trigo y lo subía al alto desván, donde estaba el granero.

Escudriñan sin ningún resultado, durante dos horas, por lo menos, y de repente, Gertrudis, que no tiene miedo de meterse en el rincón más recóndito del granero, anuncia que ha encontrado lo que buscaba.

Aprendía rápidamente sus lecciones; acompañaba al piano el violoncello del papá, y así se pasaban los días toca que toca, revolviendo todo el inmenso montón de solfas que guardaban en el granero, junto con los libros malditos. Además, la pequeña mostraba cada día una voz más hermosa y sonora. «Será una artista, una gran artista», decía el padre entusiasmado.

Nada de granero arriba, sino alguna pieza baja ó desván que aisle el primer piso del techo. Luego, la casa pequeña. En cambio, que sea sólida, con dos hileras de cuartos, una habitación mirando al mar y otra á la tierra.

Al pasar por detrás de la casa del capitán oyeron el ruido de la esfoyaza, y á Plutón que los capitaneaba no se le ocurrió cosa más divertida que agarrar una piedra del camino y arrojarla contra la ventana del granero donde se celebraba. No fué pequeño el susto que esto produjo en el elemento femenino de la reunión.

Quería resarcirse ampliamente de su pasada miseria, abasteciendo su granero, de modo que no le faltara trigo si el mal tiempo llegaba. Pero había un ojo que seguía sus maniobras, alguien que adivinaba sus cábalas: Casilda.

19 ¿Aún no est la simiente en el granero? Ni aún la vid, ni la higuera, ni el granado, ni el rbol de la oliva ha florecido todavía; mas desde este día daré bendición. 20 Y vino segunda vez palabra del SE