United States or Vatican City ? Vote for the TOP Country of the Week !


En el centro se ve una gran mesa de trabajo, toscamente pintada y llena de muestras de granos y de libros de contabilidad; en una de las paredes están colgadas ropas usadas; en la otra, hay un estante cargado de cuadernos azules y le libros de encuadernación modesta. Juan echa a su alrededor una mirada tímida; después se acerca a los libros y se pone a leer los títulos.

Acuérdese de los ejércitos de la primera República: todos ciudadanos, lo mismo los generales que los soldados; pero Hoche, Kleber y los otros eran rudos compadres que sabían mandar é imponer la obediencia. El carpintero tenía sus letras. Además de los periódicos y folletos de «la idea» había leído en cuadernos sueltos á Michelet y otros artistas de la historia.

Sobre el atril permanecían abiertos varios cuadernos de música manuscrita. Al ver que Lubimoff se fijaba en ellos, el pianista hizo un gesto desesperado. Era grande su pobreza: tenía que dar conciertos para vivir, se veía obligado á estudiar obras nuevas. Habló de estos trabajos como si representasen la más cruel imposición de la realidad, la mayor decadencia de su vida.

A la entrada de la cantina existía una especie de jaula de madera con un ventanillo. Dentro de ella estaba sentado ante un pupitre el dueño de la tienda, envuelto en mantas, quejándose á cada momento, pero sin dejar de repasar unos cuadernos viejos, cubiertos de rayas y caprichosos signos, que le servían para su complicada contabilidad.

La serie se compone de seis libros ó cuadernos: No. 1. ANIMALES DOM

Y confundidos con los libros vetustos aparecían otros de cubierta flamante y roja, cuadernos de propaganda socialista, folletos en todos los idiomas de Europa, y periódicos, muchos periódicos, con títulos que evocaban la revolución. Tchernoff no parecía gustar de visitas y conversaciones. Sonreía enigmáticamente á través de su barba de ogro, ahorrando palabras para terminar pronto la entrevista.

Perteneció a la generación literaria de Gautier, de Balzac, de Baudelaire, de Murger y de Houssaye; época de la bohemia dorada, pintoresca y espiritual. Los amplios bolsillos de su levita negra eran una amplia biblioteca ambulante. Libros de versos, de filosofía, de estética, e innúmeros cuadernos de apuntes.

Gillespie tuvo que reconocer que la viuda estaba bien enterada de su existencia; tal vez por la indiscreción de un amigo infiel, tal vez por las informaciones de algún detective particular. En realidad, este ingeniero era algo dado al ensueño, gustaba mucho de la lectura, y en sus cajones, junto con los planos y los cálculos de su profesión, guardaba varios cuadernos de versos.

Por algunos cuadernos que existen del tiempo de los expatriados, por la costumbre de los indios y por las noticias que con facilidad se adquieren, se sabe con toda certeza que el gobierno de estos pueblos, al tiempo de la expulsión, era el siguiente.

El diario queda interrumpido por espacio de tres años. ¿Será que los cuadernos se habrán extraviado o que los disgustos que han pasado por ella durante estos tres años de amargura por la muerte de Cesarina, fallecida a consecuencia de una anemia ocasionada por el nacimiento de su tercer hijo, o que la enfermedad mortal, al mismo tiempo, de su querida y bella Susana, no le hayan dejado el espacio ni la fuerza moral para registrar sus desventuras?