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Actualizado: 18 de mayo de 2025


«...Si viene por Canzana díganle que no lo olvido ni lo olvidaré mientras viva... Pues, madre, sabrá cómo estas maestras son buenas para y la directora también, pero las niñas me provocan mucho. Todas son más pequeñas que yo y á pesar de eso todas se burlan de . Me llaman aldeana, me pintan en los cuadernos de escritura con saya corta y con dengue y me ponen una azada en la mano.

A veces se mete en mi cuarto cuando estoy durmiendo, para comunicarme una de las innumerables martingalas que acaba de descubrir, y tengo que amenazarle con una zapatilla. Guarda en su habitación, entre los cuadernos de música, rimeros de hojas verdes que contienen día por día todo un año de juego en las diversas mesas del Casino... Está loco.

»Después de pasar una hora junto a la tumba, vuelve a casa, se desayuna, se retira a su despacho y abre los cuadernos en que desde que es hombre viene escribiendo el diario de su vida. En ellos, durante los veinte años que ha vivido Magdalena, no se ha olvidado nunca de apuntar las acciones de su hija juntamente con las suyas, puesto que la vida del uno ha sido la del otro.

El último y más célebre de todos, el norteamericano Maury, emprendió valerosamente lo que hubiera hecho retroceder á cualquier Gobierno, el examen y clasificación de innumerables cuadernos de bitácora, de esos informes documentos, á menudo truncados, que llevan los capitanes.

Como tropezase con un paquete de cuadernos de sus discípulos, lo rechazó indignado. Sentado en el suelo, buscaba nerviosamente en el cajón inferior del armario, lanzando suspiros de desesperación. ¡Por fin! ¡Allí estaba su diario! Un cuaderno azul, de escritura vacilante, ingenua... Algunas flores secas dentro, un ligero perfume... ¡Dios mío, qué joven era entonces!

Frecuentemente, al contemplar la lucha de esas tres entidades, me ha venido a la memoria la Asamblea Legislativa francesa en 1790; de un lado, la intransigencia del antiguo régimen, los restos del feudalismo señorial y eclesiástico, representado por la alta nobleza y el clero de casta; en frente, el grupo de los innovadores, con los terribles cuadernos de quejas en las manos, el espíritu nutrido de Rousseau, grupo encarnado en esos oscuros abogados de provincia, sin la menor noción de gobierno, y con la misión única y fatal de derribar.

Lo que toca á su idioma y lenguaje es tan difícil, que para saberla y aprenderla no basta muchos años. Hasta ahora no se ha acabado el Vocabulario, y estando aún en la C, hay ya veinticinco cuadernos. La Gramática es dificilísima y el artificio y definición de los verbos es increíble.

Al lado, en los cuadernos azules, están compilados cuidadosamente algunos extractos, diferentes estudios, mezclados con consideraciones melancólicas sobre las experiencias y los pensamientos personales de Martín. Juan deja caer las manos. ¡Pobre, pobre hermano! murmura, suspirando, con el corazón entristecido. Entonces la mano de Gertrudis se posa sobre su hombro.

Pon atención y oirás maravillas anunciaba á Desnoyers tirando de uno de los cuadernos. Era la historia de las bestias famosas que habían entrado en la estancia para la reproducción y mejoramiento de sus ganados; el árbol genealógico, las cartas de nobleza de todos los animales «pedigrée». Había de ser él quien leyese los papeles, pues no permitía que los tocase ni su familia.

Los únicos documentos que encontró fueron dos cuadernos mugrientos y apestando a tabaco, donde su antecesor, el abad de Ulloa, apuntaba los nombres de los pagadores y arrendatarios de la casa, y al margen, con un signo inteligible para él solo, o con palabras más enigmáticas aún, el balance de sus pagos.

Palabra del Dia

bagani

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