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Actualizado: 18 de mayo de 2025
En el Puente de España, puente que solo de España tiene el nombre pues hasta sus hierros vinieron del Extrangero, encontróse con la larga procesion de jóvenes que se dirigían á Intramuros para sus respectivos colegios. Unos iban vestidos á la europea, andaban de prisa, cargando libros y cuadernos, preocupados, pensando en su leccion y en sus composiciones; estos eran los alumnos del Ateneo.
Tiene usted mucha razón, dijo miss Harvey. En América desenganchan los caballos de Sarah Bernardt para tirar de su coche... La conversación fué interrumpida por la entrada de los fumadores, que venían conducidos por el dueño de la casa. En la entrada del salón apareció un personaje que llevaba debajo del brazo unos cuadernos de música.
Los dos últimos meses Miguel asistió puntualmente a las clases, y se dio tal atracón de estudiar, que obtuvo en los exámenes la nota de sobresaliente en una asignatura, y la de notable en otras dos. Mendoza, apesar de su constante aplicación y de sus voluminosos cuadernos de apuntes, no consiguió más que la de bueno en las tres asignaturas.
El Fiscal de Su Magestad en lo criminal, en consecuencia y cumplimiento del superior decreto de V.S., de 16 de Abril último, ha reconocido los nueve cuadernos de autos que se han formado sobre descubrir las poblaciones de españoles y extrangeros, que se presume hay en las alturas y parte meridional de este reyno; y así mismo el que se crió el año de 1763, á instancia del Gobernador y vecinos de la provincia de Chiloé, sobre la apertura del camino de Osorno y rio Bueno.
Esta hija menor, á la que apodaba «la romántica», era el objeto de sus cóleras y sus burlas. ¿De dónde había salido, con unos gustos que nunca sintieron él y su pobre china? Sobre el piano se amontonaban cuadernos de música. En un ángulo del disparatado salón, varias cajas de conservas, arregladas á guisa de biblioteca por el carpintero de la estancia, contenían libros.
Y con mano temblorosa hojeaba los manuales usados, desde el modesto abecedario hasta los imponentes tratados de geometría y álgebra; los cuadernos de escritura, de cálculo y de análisis con que se ejercitaban poco a poco sus dedos, su ingenio y su corazón, y en los que se encontraban dibujos fantásticos y observaciones imprevistas, de esas que indican el buen o mal humor de los escolares, como en los presos las paredes de la cárcel, o pensamientos cándidos de este género: ¡Si mi tío pudiera ser mi institutriz! grito del corazón acompañado de un pintarrajo que representaba al buen tío con los anteojos de miss Dodson...
En el fondo gris de la vida cotidiana se abrían a modo de abismos obscuros, llenos de misterio y de sombras movibles y mudas. Se acordó de la clase donde daba todos los días las lecciones, de la fisonomía de los alumnos, que no le inspiraban ya sino disgusto, de sus cuadernos azules, con manchas de tinta, sucios, llenos de faltas estúpidas, idiotas, que hacían aún más detestable la vida.
El cuarto era una liorna: las prendas de vestir se veían desparramadas por el suelo y sobre los muebles; todos los cajones abiertos y el espejo del lavabo tan salpicado del agua de la palangana, que parecía sudar de fatiga; un ligero tabique dividía la habitación en dos: la primera hacía las veces de despacho o pieza de estudio, con una mesa en el centro, en que andaban revueltos los libros y los papeles, advirtiéndose más novelas que textos y más álbumes de fotografías que cuadernos de apuntes; y la segunda, alcoba y gabinete a un tiempo, con el techo muy bajo y las puertas muy estrechas; todo modesto, casi humilde, pero aseadísimo, como que la escoba y el plumero de Pampa hacían maravillas, bajo la inteligente dirección de misia Casilda.
Continuó Watson la marcha hacia su casa; pero á los pocos pasos hizo alto para responder al saludo de un hombre todavía joven, vestido con traje de ciudad, y que tenía el aspecto especial de los oficinistas. Llevaba anteojos redondos de concha, y sostenía bajo un brazo muchos cuadernos y papeles sueltos.
Entiende de leyes, y á veces se pone á escribir y llena unos cuadernos de cosas muy buenas, aunque yo no las entiendo. Es buen cristiano y muy respetuoso y cortés con todo el mundo. No ocultaré sus defectos, respetable señor; y por lo mismo que le quiero, diré á vuesa merced cuál es su gran defecto, para ver si con su talento y su gran sabiduría lo puede corregir.
Palabra del Dia
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