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Actualizado: 20 de julio de 2025


Muchas analogías se encuentran también, además, En esta vida todo es verdad y todo mentira, y La rueda de la fortuna, de Mescua; entre Los cabellos de Absalón y La venganza de Tamar, de Tirso; entre El monstruo de los jardines y el Aquiles, del mismo poeta; advirtiéndose que estas semejanzas no son de las espontáneas que pueden ocurrir á dos autores, al manejar el mismo asunto, sino que, como se demostrará después cumplidamente, cuando llegue la ocasión oportuna, constituyen la repetición especial y completa de elementos dramáticos anteriores en sus propias obras, y que no pueden explicarse de otra manera, sino suponiendo que Calderón las tuvo á la vista al escribirlas.

El cuarto era una liorna: las prendas de vestir se veían desparramadas por el suelo y sobre los muebles; todos los cajones abiertos y el espejo del lavabo tan salpicado del agua de la palangana, que parecía sudar de fatiga; un ligero tabique dividía la habitación en dos: la primera hacía las veces de despacho o pieza de estudio, con una mesa en el centro, en que andaban revueltos los libros y los papeles, advirtiéndose más novelas que textos y más álbumes de fotografías que cuadernos de apuntes; y la segunda, alcoba y gabinete a un tiempo, con el techo muy bajo y las puertas muy estrechas; todo modesto, casi humilde, pero aseadísimo, como que la escoba y el plumero de Pampa hacían maravillas, bajo la inteligente dirección de misia Casilda.

El duque Octavio asiste á la entrevista anterior á la cita sin ser notado de los amantes, advirtiéndose que ama también á la Princesa, aunque sin esperanza de ser correspondido, por cuyo motivo toma la insidiosa resolución de fingirse el Conde.

El traje de la chamorra y del chamorro varía poco del que usan los indígenas en Filipinas, si embargo de que son menos lujosos, advirtiéndose la carencia del tapis en la mujer, que acostumbra á llevar saya suelta, sujetando la camisa y candonga en la cintura; la chinela también varía, pues que la llevan cerrada por el talón.

Entre Magdalena y San-Ramon se ven todavía llanuras cubiertas de aluviones, advirtiéndose solamente cerca de la hacienda de San-Cárlos, y entre los rios Machupo y Huarichona, algunas manchas de arcilla rojiza.

Por espacio de tres siglos figuran estos apellidos, llevados por frailes, navegantes, militares, corregidores, adelantados, oidores, etc., en los cronicones de los diversos virreinatos de la era colonial, advirtiéndose su andariega presencia desde Méjico hasta la Asunción, pues el antiguo español aprendía la geografía andando.

A todo esto, ni la superiora ni las hermanas habían preguntado quién era yo y cómo y por qué se encontraba Gloria en aquel sitio. Dirigíanme con disimulo vivas miradas de curiosidad, advirtiéndose que les embarazaba mi presencia. Yo no había despegado los labios. Mi esposa, picada, sin duda, de aquella preterición, les dijo de pronto: ¿No saben vuestras caridades que me he casado?

Palabra del Dia

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