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El tema es difícil, escabroso, complejo, oscuro y hasta un tanto laberíntico. Para exponerlo se requiere proceder con cierto método. ¿Qué es aquí lo aristocrático? Se compone, en primer término, de los apellidos procéricos, de los que figuran en la historia de la independencia nacional.

No queremos dejar olvidada una particularidad que noté en los nombres y apellidos de la mayoría de los vecinos del pueblo de Tiui.

Pero estos apellidos históricos, si no están sostenidos por la fortuna, que ejerce una influencia avasalladora, se ven relegados al olvido, al ostracismo social. Así, pues, para brillar, no basta el apellido histórico; hace falta el dinero.

Pepita aplaudía también calurosamente, con su habitual exageración, en cada obra que examinábamos. Los apellidos de los artistas eran totalmente desconocidos. La mayor parte jóvenes que, según el dueño de la casa, darían mucho que decir y echarían pronto la pata a Fortuny y a Rosales.

Nuestra redención es algo difícil por la continua inmigración de gentes que traen con ellas las malas costumbres de España. Lo peorcito de cada casa, que viene aquí á trabajar y á hacer fortuna. Son intrusos que toman por asalto el noble solar de Vizcaya. Cada vez son más: en Bilbao, hay que buscar casi con candil los apellidos vascongados.

Cunegunda, el capitan Candido y la vieja se fuéron á presentar al gobernador Don Fernando de Ibarra, Figueroa, Mascareñas, Lampurdan y Souza, el qual señor tenia una arrogancia que no desdecia de un sugeto posesor de tantos apellidos.

En las crónicas sociales el nombre de mi amiga ocupa tres líneas, bien merecidas, desde luego, ya que ella resume en sus cuatro apellidos la historia militar y política del país y la representación de los modernos progresos económicos. Claro está que la significación social de mi amiga reside en los dos segundos apellidos.

El Mosco soltaba estos apellidos con cierta unción, entre admirado de su gloria y orgulloso de haber conocido a los que los llevaban, y hacía un mohín de asombro al oír que Maltrana declaraba francamente no conocerlos. Por algo sospechaba que el periodismo estaba en decadencia. La admiración del Mosco se posaba en las más raras cualidades de aquellos genios.

Todos ellos ostentaban apellidos prestigiosos en nuestra historia política o en nuestra breve historia económica.

Y lista era, en efecto: allí estaban inscritos por riguroso orden alfabético los feudatarios de la gran personalidad colmenariana, en las diversas provincias de la Península; había apellidos que tenían al pie una A mayúscula, que significaba adicto; otros señalados con M A, muy adicto, alguno llevaba agregada una D, dudoso.