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Desde aquí comienza un período que fue el más escabroso, si no el más largo, de los varios que tuvo la vida mundana de la marquesa de Montálvez. Según ella misma lo declara, tan escabroso fue, que él solo la daría para un libro entero, si se propusiera referir tan enorme catálogo de cosas.

¡Ah! señor cura repliqué rápidamente, si Francisco I y Buckingham estuvieran aquí, no se harían rogar mucho para amarme, y yo estaría contentísima. ¡Hum! El cura halló la respuesta desprovista de ortodoxia y susceptible de enojosas interpretaciones, y abandonando inmediatamente tan escabroso tema, me aconsejó resignación.

Lo dicho, señor administrador..., y dejemos aquí este punto escabroso, por ahora; que, entre los dos, no es a a quien más conviene que no pase adelante la porfía.

Y ayudándose de María Josefa, que sabía mejor que él a qué atenerse, mantuvo alerta la conversación algún tiempo sobre el escabroso tema. Luis estaba en brasas. Dirigía frecuentes miradas hacia el sitio de Amalia, como reclamando lo que estaba obligada a concederle. Levantose al fin la dama, se asomó a la puerta y tornó a sentarse.

No desistió Orellana del empeño de alcanzarlos, aunque reconoció la ventaja que le llebavan en la marcha: y para conseguirlo, mandó adelantar sus compañias de caballeria, que en efecto lo lograron en las cercanias del Cerro de Yupa, de altura portentosa, donde los detuvieron con escaramusas, hasta que llegó con el resto de la tropa: pero al instante se acogieron á lo mas alto y escabroso de aquella montaña, donde se les hizo fuego, pero sin lograr efecto alguno contra ellos, porque se parapetaron detras de unas tapias de piedra que habia á la cumbre.

El camino hasta mi casa no deja de ser largo y escabroso, y ya ha cerrado la noche, eso es; ordinariamente, no me las arreglo bien con las tinieblas; pero en el estado ¡caray! en que me encuentro ahora... a la verdad, fío poco de mis fuerzas; y una caída a mis años... ¡caray! ¿Tendría usted inconveniente en que me acompañara un ratito, por lo más obscuro nada más, eso es, su criado Ramón?

Nacho crecería, Nacho tendría que estudiar, Nacho sería mozo, Nacho sería un hombre; y ¡ay de él! si mientras recorría este sendero largo y escabroso, no se cuidaba nadie de educarle como era debido para que el espíritu no se corrompiera dentro de un cuerpo mal oxigenado. «No tiene escape, Lucrecia.

Duraron muy pocos instantes estas vacilaciones mías; y cerrando los ojos de la inteligencia a todo razonamiento de sentido común, es decir, bajándome al nivel de aquellos dos bárbaros, avancé resuelto por la cornisa y llegué a la boca de la cueva, dentro de la cual latían desesperadamente los dos perros, y me hallé a Chisco y a su camarada disponiendo el plan de ataque. La cueva, como ya sabía yo por referencias de los dos mozos que la conocían muy bien, tenía dos senos: el primero, a la entrada, era espacioso y no muy alto de bóveda, con el suelo bastante más bajo que el umbral de la puerta, muy escabroso y en declive muy pronunciado hacia el muro del fondo, en el cual se veía la boca del otro seno o gabinete de aquel salón de recibir. Olía allí a sótano y a musgo y a perrera... y a hombres escabechados. No tenía ya duda para Chisco que era «la señora», es decir, la osa, lo que rezongaba en el fondo del antro invisible, respondiendo al latir desesperado de los perros; y la señora con su prole, porque sin este cuidado amoroso, ya hubiera salido al estrado para hacemos los honores de la casa. En este convencimiento, se trató en breves palabras, casi por señas, porque no había instante que perder, de si sería más conveniente soltar la perruca que el sabueso; y acordado lo primero, el bárbaro de Pito, sin oír otras razones, se fue hasta la boca del antro en el cual metió la cabeza al mismo tiempo que a la perruca.

: lo digo con la entereza del que ya ha desistido de caminar por el escabroso sendero de la literatura, y confiesa todos sus yerros y ridiculeces.

El tal pueblo, de disperso y pobre caserío, ostentaba sobre el montículo más elevado de los varios que forman su escabroso término, un edificio cercano a la iglesia, que no abultaba más que él, como si hubiera querido lucir sin estorbos y para que fueran bien vistas de todos, propios y extraños, las únicas grandezas que posee.