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Anduvieron muchísimo inútilmente. El bosquecillo de nueces moscadas no parecía. Detuviéronse muy inquietos. Creo que nos hemos perdido dijo Cornelio. Me lo temo dijo Horn . No hemos vuelto por el rumbo que trajimos a la venida. En una selva como ésta es muy fácil perderse, Horn. Sin señales que guíen en la marcha, hay tendencia a andar describiendo círculos más o menos amplios. Eso es sabido.

Mi hermana deseaba que la presentación tuviera lugar en mi casa, por haber en ella amplios salones y ser el hogar tradicional de la familia, donde tuvieron lugar memorables fiestas en los antiguos tiempos de la castiza sociedad porteña. Nosotras, nuestra madre, nuestra abuela, tres generaciones femeninas, en una palabra, fueron presentadas al mundo en estos vetustos salones.

Fue esto en la época que aún tenía dinero. ¿Pero de qué podía servirle aquella tierra en una isla apartada a la que no volvería nunca?... Y en una genialidad de gran señor bondadoso, la cedió a Pep a bajo precio, capitalizándola con arreglo al arrendamiento tradicional y concediendo amplios plazos para el pago; cantidades que, al sobrevenir después épocas de apuro, habían representado muchas veces para él una alegría inesperada.

Primeramente encontró pequeños grupos que iban hacia la ciudad; luego parejas; después individuos sueltos; al final nadie: una soledad absoluta. Los reverberos trazaban en el suelo amplios redondeles de púrpura. Más allá se extendían las tinieblas, cortadas por siluetas de ébano, que unas veces eran barcos y otras callejones de fardos, colinas de carbón.

Ventanas abiertas junto a la cornisa ayudaban a los ventanales de abajo a iluminar este salón inmenso y austero. Muebles, pocos y conventuales: amplios sillones de brazos, con asientos y respaldares de vaqueta adornados de clavos; mesas de roble de retorcidas patas; cofres obscuros, con oxidados herrajes sobre fondos de paño verde apolillado.

Pasaban con un salto irresistible sobre el muro, se deslizaban por las brechas, venían del fondo de la arboleda por entradas invisibles. Eran soldados pequeños, cuadrados, sudorosos, con el capote desabrochado. Y revueltos con ellos, en el desorden de la carga, tiradores africanos con ojos de diablo y bocas espumeantes, zuavos de amplios calzones, cazadores de uniforme azul.

Legítima de la tierra. Esbelta, arrogante; brazos y garganta con adorables redondeces, y los blancos tules de Elsa amplios en la cintura, pero estrechos y casi estallando con la presión de soberbias curvas. Sus ojos negros, rasgados, de sombrío fuego, contrastaban con la rubia peluca de la condesa de Brabante.

El revolucionario la miraba, como si fuese el astro que había de guiar hacia más amplios horizontes la muchedumbre del llanto y del dolor; la estrella de la Justicia, alumbrando pálida e indecisa la lenta partida de los rebeldes, y agrandándose hasta convertirse en un sol, así como se aproximaban a ella, escalando alturas, aplastando privilegios, derribando dioses.

No vio nada: dos fantasmas blancos pasaban por delante, arrastrando por debajo de los amplios albornoces las largas colas de terciopelo negro, dejando asomar la vieja por el abrigado capuchón una corva nariz caída y afilada, luciendo tan sólo la joven unos ojazos azules, que creyó Currita se fijaban en ella con provocativa insolencia.

El millonario lanzó al pasar una mirada melancólica sobre su yate enorme y gallardo, una mirada en la que vió Aresti la nostalgia de la vida del mar, de los amplios horizontes, de la existencia libre, sin las miserias y preocupaciones terrestres. Se aproximaban á Las Arenas. El puente de Vizcaya cortaba el horizonte con su red de cables movibles.