United States or Palestine ? Vote for the TOP Country of the Week !


Y bien puede asegurarse que el señor D. José Joaquín Domínguez escribe con muy castiza elegancia y delicado gusto, y deja conocer, sin afectación y sin importunos alardes, que ha estudiado bien a nuestros clásicos y a los de la docta antigüedad griega y romana, sin copiar servilmente nada de ellos, sino poniendo en su estilo sabor y aroma, como el que presta al vino nuevo la solera de vino rancio y generoso que el antiguo vaso contiene.

Tire la primera piedra contra la culpada quien se considere inocente. Profundas raíces tiene en nuestro suelo el árbol de nuestra antiquísima y castiza cultura. Las semillas exóticas, aunque sean alimenticias y gustosas, y la mala hierba también venida de fuera, no ahogan dicho árbol, ni cercándole y abrasándole le secan y le chupan el jugo todavía; pero ya empiezan a deteriorarle un poco.

Mi hermana deseaba que la presentación tuviera lugar en mi casa, por haber en ella amplios salones y ser el hogar tradicional de la familia, donde tuvieron lugar memorables fiestas en los antiguos tiempos de la castiza sociedad porteña. Nosotras, nuestra madre, nuestra abuela, tres generaciones femeninas, en una palabra, fueron presentadas al mundo en estos vetustos salones.

Tenía Julián a la mano siempre un ejemplar de la Imitación de Cristo; era la modesta edición de la Librería religiosa, y castiza y admirable traducción del P. Nieremberg. Al frente de la portada había un grabado, bien ínfimo como obra de arte, que proporcionaba al capellán mucho alivio cada vez que fijaba sus ojos en él.

Evidente es asimismo que Boscán y Garcilaso, importando en España la métrica y el modo de poetizar de los italianos, prestaron poderoso impulso y nuevo aliento a la literatura de su patria sin hacerle perder su originalidad castiza, sino suministrándole nuevos moldes de donde pudo salir y salió mejor ataviada y más limpia, refulgente y hermosa.

Y sin más preámbulo voy a empezar por la flamante novela titulada Justa y Rufina, cuyo autor es el presbítero D. Juan F. Muñoz Pabón. La sencillez y castiza naturalidad del estilo hacen simpática dicha novela desde que se lee la primera página y nos estimulan a proseguir y a terminar su agradable lectura.

D. Eduardo Marquina, en quien reconozco y aplaudo muy altas prendas de poeta, emplease menos el acicate y mucho más el freno al dirigir a su Pegaso, y sólo llevase a las ancas cuando cabalga en él a su propia Musa, legítima y castiza, y no a la aventurera venida de tierras extrañas y cuyo prurito de llamar la atención la induce a vestirse a menudo con vestiduras un poco extravagantes y con exótico amaneramiento.

Con igual maestría guisaba los delicados y finos manjares franceses que los suculentos platos de resistencia a la española; tan ricas salían de sus admirables manos, por ejemplo, las chochas a la Montmorency o las langostas a la Colbert, como la castiza perdiz estofada o la deliciosa empanada de lampreas.

Tal vez la cacen, y algún tuno se ría de apoderándose de mi dinero. Y excitado por sus negros pensamientos, soltó una interjección castiza y obscena, recuerdo de sus tiempos de soldado. En presencia de la jardinera, no tenía por qué contenerse. La vieja estaba acostumbrada a los desahogos de su carácter.

Por allí todo suele hacerse con mucha pausa. En parte alguna es menos aceptable el refrán inglés de que el tiempo es dinero. En parte alguna se emplea con más frecuencia y en la vida práctica la frase castiza y archi-española de hacer tiempo; esto es, de perderle, de gastarle, sin que nos pese y aburra su andar lento, infinito y callado.