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Pero, la nota del entusiasmo popular no resonaba en parto alguna; el silencio y la falta de animación contrastaban con el alegre espectáculo de las iluminaciones. Hacía aquello el mismo efecto que un salón de baile, adornado y dispuesto para la fiesta, al que faltan los convidados.

Legítima de la tierra. Esbelta, arrogante; brazos y garganta con adorables redondeces, y los blancos tules de Elsa amplios en la cintura, pero estrechos y casi estallando con la presión de soberbias curvas. Sus ojos negros, rasgados, de sombrío fuego, contrastaban con la rubia peluca de la condesa de Brabante.

Junto al fuego y sentada en un sillón de baqueta de altísimo respaldo, hallábase una dama cuya edad no pasaría de los treinta y cinco, y cuyos ojos, cejas y cabellos negrísimos contrastaban con la extremada blancura de la tez. Pero más que su hermosura llamaban en ella la atención su aire majestuoso y digno y la expresión grave y pensativa del semblante.

Venía después el asalto; la carta o la declaración verbal. Aquí desplegaba nuestro general una osadía y un arrojo singulares que, contrastaban notablemente con la prudencia y habilidad del cerco. Esta complejidad de aptitudes ha caracterizado siempre a los grandes capitanes, Alejandro, César, Hernán Cortés, Napoleón.

Los rebaños se esparcían por las faldas marcándose sobre el verde fondo, como enormes piedras blancas, las ovejas de gruesos vellones. A lo lejos, sonaba el chirrido de invisibles carretas. Aresti llegó al monasterio á las siete. Su aspecto monumental y aparatoso, su fealdad solemne, contrastaban con la soledad y el silencio de los campos.

Algunos soldados, franceses y suizos, formados en grupos cerca de la estacion, lanzaban tiros de fusil y gritos estentóreos de alegría que contrastaban con el silencio y la actitud reservada de algunos paisanos atraidos por la curiosidad. ¿Qué iban á buscar allí?

El joyero era un hombre seco, alto, nervudo, muy moreno que vestía á la inglesa y usaba un casco de tinsin. Llamaban en él la atencion los cabellos largos, enteramente blancos que contrastaban con la barba negra, rala, denotando un orígen mestizo.

Familias enteras que sólo salían a luz en las grandes festividades estaban allí desde las dos de la tarde, viendo pasar procesiones y más procesiones; mantos de Virgen, de aplastante suntuosidad, que arrancaban gritos de admiración por sus metros de terciopelo; Redentores coronados de oro, con vestimenta de brocado; todo un mundo de imágenes absurdas, en las que contrastaban los rostros trágicos, sanguinolentos o lloriqueantes, con las ropas de un lujo teatral cargadas de riquezas.

Pero ahora no era el amor quien ponía en tensión sus nervios; eran los recuerdos del pasado, que contrastaban penosamente con su situación actual. Le hacía daño la inocente melopea infantil.

Lo que le hacía deslucir un tanto eran ciertos muebles de moderna factura, que contrastaban ingratamente con aquéllos. Sentose en un diván y yo traté de acomodarme en una butaca; pero la condesa me señaló en el mismo diván asiento, y me coloqué a su lado.