United States or Macao ? Vote for the TOP Country of the Week !


Descabezaba una tarde la siesta el marqués, cuando llamaron a la puerta con grandes palmadas. Abrió: era Rita, en chambra, con un pañuelo de seda atado a lo curro, luciendo su hermosa garganta descubierta. Blandía en la diestra un plumero enorme, y parecía una guapísima criada de servir, semejanza que lejos de repeler al marqués, le hizo hervir la sangre con mayor ímpetu.

De no estar el millonario, hubiera hecho la cuestión personal y en nombre de la inmortalidad del alma y de la moral cristiana, hubiese atizado unos cuantos puñetazos al impío, luciendo ante las señoras sus energías de apóstol. Aresti, arrastrado por el entusiasmo, no podía callarse.

La muchedumbre, endomingada, agitábase en torno de las rocas, admirando una vez más las carrozas tradicionales que todos los años salían a luz: pesados armatostes lavados y brillantes, pero con cierto aire de vetustez, luciendo en sus traseras, cual partida de bautismo, la fecha de construcción: el siglo XVII.

Las tiendas están abiertas hasta las tres de la tarde, y los rancheros, muy vestidos de limpio, luciendo la camisa planchada y azulosa, suben y bajan por las calles, llenan templos y tiendas, y a eso de las tres se vuelven a sus campos y a sus aldeas.

Y todo aquello había sido movimiento, luz, vida, ruido, cantando en el bosque, volando por el cielo azul, serpeando por las frescas linfas, luciendo al sol destellos de todo el iris, al pender de las ramas, en vega, prados, ríos, montes.... «¡Indudablemente Vegallana sabía ser un gran señor!», pensaba suspirando Visita, que soñaba muerta de envidia con aquella despensa, exposición permanente de lo más apetecible que cría la provincia.

Era el luto oficial de los ricos que sin ánimo o tiempo para visitar a sus muertos les mandaban aquella especie de besa-la-mano. Las personas decentes no llegaban al cementerio; las señoritas emperifolladas no tenían valor para entrar allí y se quedaban en el Espolón paseando, luciendo los trapos y dejándose ver, como los demás días del año.

Al menos él no las había encontrado, o bien ellas, considerándole profano, le habían ocultado su retórica y su filosofía, guardándolas para los Pericles y los Sócrates, y luciendo, a lo más, su ingenio en calembours más o menos desvergonzados y burdos. Dicho sea en honor de la verdad y en alabanza de Rafaela, su sinceridad en todo aquello era completísima.

Tiburcio añadió luego: Esto de las empresas es usanza muy agradable y muy seguida en el día. No hay príncipe, ni monarca, ni valiente y enamorado caballero que no guste ahora de salir luciendo alguna empresa, ya en su sobreveste, ya en su bandera o estandarte, ya en la cimera de su yelmo.

Agrega el cronista que el virrey tomó por lisonja fina la picante y epigramática respuesta. ¡Si viviría el hombre convencido de su omnipotencia! A la postre, el buen lego mordió el anzuelo y empezó por desenterrar cien peluconas. Y la botica se puso, luciendo en el mostrador cuatro redomas con aguas de colores y una garrafa con pececitos del río.

Ello es que la fiesta en la huerta fue apaciblemente divertida: se habló de flores, de frutos, de injertos, de plantaciones y de otras mil cosas relativas a la labranza, luciendo Pepita sus conocimientos agrónomos en competencia con mi padre, conmigo y con el señor vicario, que se queda con la boca abierta cada vez que habla Pepita, y jura que en los setenta y pico de años que tiene de edad, y en sus largas peregrinaciones, que le han hecho recorrer casi toda la Andalucía, no ha conocido mujer más discreta ni más atinada en cuanto piensa y dice.