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El piso entarimado temblaba con la trepidación del vapor, cuyos resoplidos se escuchaban cercanos; y de otros talleres, debilitado por el vocerío y la distancia, venía rumor de herrajes golpeados y zumbido de máquinas mezclado a cantos de mujeres.

También los carpinteros sacaban otro castillo en la procesión, pues, así consta de una escritura otorgada por el carpintero Diego Ruiz y el hospital y cofradía de San Felipe y Santiago que entonces era la advocación de los de aquel oficio, en la cual obligábase el susodicho á hacer á su costa el día del Corpus de 1530 «el oficio que los carpinteros llevan en la dicha fiesta» según las condiciones siguientes: 1.ª Obligábase á armar el castillo dos días antes del de la fiesta, costeando los herrajes que fueren menester para que pudiese ir y venir bien en la fiesta y á los doce hombres que habían de llevarlo, asi como desarmarlo terminada la fiesta.

Como la construcción es casi un siglo posterior al tiempo de las carabelas de Colón y trata ya de piezas con muñones y de portañuelas cuadradas, sirve solamente como dato del progreso que en ciertos detalles se había conseguido: mas á falta de otras, y cotejada con lo que se sabe de montaje de artillería de sitio y de campaña, ayuda á conjetura, siendo, sobre todo, de utilidad, para el conocimiento de los herrajes y guarnimientos de palanquines y del braguero con dos brazos, corto y largo.

Ventanas abiertas junto a la cornisa ayudaban a los ventanales de abajo a iluminar este salón inmenso y austero. Muebles, pocos y conventuales: amplios sillones de brazos, con asientos y respaldares de vaqueta adornados de clavos; mesas de roble de retorcidas patas; cofres obscuros, con oxidados herrajes sobre fondos de paño verde apolillado.

No se veían en derredor más que maderas carbonizadas, herrajes retorcidos por el fuego y planchas de zinc medio roídas por las llamas: una fila de piedras blancas, fijas en el suelo, designaba el trazado del andén, y los huecos de los durmientes y traviesas arrancados marcaban el trayecto de la vía.

Había un escritorio de caoba entre unos bonitos muebles y sillones de terciopelo. Había también cuatro cuadros con marcos dorados. Pero el objeto en que Marta fijaba los ojos, era un cofre con fuertes herrajes que estaba al pie del pupitre.

Ambos penetraron en la sala, que era una habitación alta y bastante grande cubierta de maderas hasta el techo, con armarios de roble provistos de brillantes herrajes, con una estufa en forma de pirámide que comunicaba con la cocina, un reloj antiguo que contaba los segundos, dentro de una caja de nogal, y un gran sillón de cuero, articulado por una cremallera, que había sido usado por diez generaciones de ancianos.

Fernández Duro varios, en colección especial náutica muy rara y útil, porque con la comparación de los diseños, con la evidencia de pormenores, acaso desproporcionados en ocasiones, pero que por lo mismo acusan la certeza, como de objetos que despertaron poderosamente la atención de los artistas copiantes, llega á conocerse la imagen completa, tomando de los unos la forma perfectamente acusada de los castillos en popa y proa, en otros las bularcamas, los cintones, los boceles; en tal las mesas de guarnición; y las bigotas en cual la lemera del timón y sus herrajes; en éste las gatas ó cofas con minuciosidad de palos y vergas; en aquél la maniobra de las velas, con sus bonetas; por fin, cualquier pormenor que bien se busca; trajes, paveses, anclas, estandartes, flámulas con sus cordones y borlas vistosas.

Casas para vecinos con trazas de cuarteles, viviendas de tres ó cuatro pisos, sin patios, sin luz, sin aire, con proporciones de castillejos, vanos distribuidos con infantil simetria, pobres adornos de yeso de muy dudoso gusto, herrajes de tiritaña, muros y paramentos lisos, y algunos mármoles blancos, azules ó rojos, aplicados á solerías y zócalos.

Mejor se la puso su mujer en vida. ¡Buen mausoleo tiene don Junípero! ¡Podría ser mejor, que para eso robó bastante cuando fué ministro de Hacienda! ¡Valiente pillo! Fíjate en el epitafio que le han puesto a don Milón, que no fué sino un borrico con herrajes de oro y albarda de plata. ¡Llamar pozo de ciencia y de sabiduría a ese grandísimo cangrejo! ¡Gran zorra fué doña Remedios!