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Y esto no bastaba para un equipo de caballero. Pesóle entonces de no haber tomado una buena cantidad del cofre de hierro; pero al acordarse del cofre, se acordó de que llevaba un tesoro de pedrería en los bolsillos.

Sin duda a no me destinaban a la marinería, porque me llevaron a la cámara de popa, me mostraron mi hamaca y un cofre de cinc y me dijeron que me explicarían mis obligaciones. Me conformé rápidamente. Como decía antes, el hombre, en la vida y en el mar, no tiene mas que dos derroteros: el torcido y el derecho.

En esotra celda, sobre un cofre lleno de doblones, cerrado con tres llaves, está sentado un rico avariento, que sin tener hijo ni pariente que le herede, se da muy mala vida, siendo esclavos de su dinero y no comiendo más que un pastel de a cuatro, ni cenando más que una ensalada de pepinos, y le sirve de cepo su misma riqueza.

La duquesa guardó el dinero y las dos alhajas, puso de nuevo en el cofre lo que de él había sacado, y mandó que lo pusiesen entre sus cofres de uso diario. Luego esperó con impaciencia á que diesen las doce de la noche. Poco antes ocultó la luz, se asomó á la reja y esperó.

Sobre las medias blancas Garabato introdujo las de seda color rosa, las únicas que quedaban visibles en el traje de torero. Luego, Gallardo metió sus pies en las zapatillas, escogiéndolas entre varios pares que Garabato había puesto sobre un cofre, todas con la suela blanca, completamente nuevas. Ahora comenzaba realmente la tarea de vestirse.

Fiera y pálida cicatriz señalaba en lo alto su frente bronceada por el mar. Aquella tarde, apenas se hubo sentado en el cofre y puesto a referir algunos comadreos del mercado, una de las mozas, pasándose ella misma el dedo sobre las cejas, le preguntó: Decí, seor Medrano: ¿quién os labró esa guirnalda?

Y dígame, ¿al fin no saltó por alguna parte ese cariño que usted quería tener? No señora replicó Fortunata, rompiendo a llorar . Pero si me habla usted de esa manera, no podré seguir; tendré que retirarme. La santa se corrió en el cofre que le servía de asiento para aproximarse a la silla en que estaba la otra.

Abrió enormemente los ojos Montiño y le pareció que las letras que de allí en adelante contenía la carta eran de oro. «Delante de el escribano Gabriel Pérez selló el cofre, y pegó sobre él, de modo que para abrirle es necesario romperle, un testimonio en que constaba que yo había recibido aquel cofre cerrado el día de San Marcos de 1586.

»Yo firmé un recibo en que me obligaba á entregar aquel cofre cerrado, tal cual le había recibido, á la persona cuyo nombre constase en el recibo, ó á Juan, con facultades de abrirlo, si al devolverme el recibo se expresaba en él esta circunstancia; yo transmito á ti ese cofre, por una cláusula de mi testamento que te obliga á cumplir lo que yo no puedo por muerte.

Poco a poco, en la absorción de aquel trabaja mecánico, se fueron olvidando de su pena. Discutían lo que se había de meter en el cofre como si se tratase de un viaje. A Carlota todo le parecía mucho, creyendo así reducir los días de separación. Mario, al contrario, insistía suavemente en que se pusieran más camisas, calcetines, etc.