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Había antes de 1810 en la República Argentina dos sociedades distintas, rivales e incompatibles; dos civilizaciones diversas: la una española, europea, civilizada, y la otra bárbara, americana, casi indígena; y la revolución de las ciudades sólo iba a servir de causa, de móvil, para que estas dos maneras distintas de ser de un pueblo se pusiesen en presencia una de otra, se acometiesen y, después de largos años de lucha, la una absorbiese a la otra.

No fue enemigo de la empresa, como dicen algunos, pero le pareció insensata la facilidad con que su esposa había accedido a todas las peticiones del navegante... Y Colón, en los últimos años, adivinando las dificultades en que se verían sus descendientes para sostener la absurda herencia, repetía en todos los documentos que era de Génova, aconsejaba a sus hijos que se pusiesen en contacto con el gobierno de la República, y se valía de halagos y súplicas para conquistar su favor y el de los poderosos mercaderes del Banco de San Jorge.

Confuso el hebreo se vió precisado á declarar la verdad, y el juez mandó que le pusiesen atado á la piedra, sin comer ni beber, hasta que restituyese las quinientas onzas de plata que pagó al instante; yel esclavo Zadig y la piedra se grangeáron mucha reputacion en toda la Arabia. La hoguera.

No fué necesario más para que todos aquellos indios se pusiesen á punto de caminar; y Dios, atendiendo á las súplicas de su siervo, apenas habían caminado una milla cuando empezó á cubrirse el aire de nubes y cayó una copiosísima lluvia que con increíble júbilo de la gente llenó los pozos y aseguró las esperanzas de coger abundante cosecha.

Quedaba vacante y sin uso la capilla mayor antigua, y pareciendo que convenia conservarla, se determinó á 27 de noviembre que en dicha capilla se pusiesen otros dos altares para que en ellos dijesen Misa los prebendados, dando la Fábrica los ornamentos necesarios. Verificóse esto siendo obispo de Córdoba D. Fr.

El rey Don Jaime para cumplimiento de su promesa, envió su embajada á la república de Génova, significando el sentimiento grande que habia tenido de la prision de Berenguer, uno de sus mayores y mas principales vasallos; y que esto habia sido contravenir á los tratados de paz, si con sabiduría de la señoria se hubiese ejecutado; que les pedia pusiesen en libertad á Berenguer, y le diesen satisfaccion del daño que habia recibido, porque de otra manera no podia dejar de hacer alguna demostracion.

Cerraba la procesion la Virgen, vestida de Divina Pastora con un sombrero de frondeuse de anchas alas y largas plumas, para indicar el viaje á Jerusalem. Y á fin de que se explicase el nacimiento, el cura había mandado que abultasen algo más el talle y le pusiesen trapos y algodon debajo de las faldas, de modo que nadie pudiera poner en duda el estado en que se encontraba.

Mientras que si Juanita acertaba a ser rígida sin disgustar y ahuyentar al pretendiente, pero sin otorgarle tampoco el menor favor de importancia antes que el cura diese en la iglesia el pasaporte para los favores, convirtiéndolos en actos de deber y cargas de justicia, harto posible era que don Paco se emberrenchinase hasta tal punto que entrase por el aro, rompiendo todo el tejido de dificultades que al aro pusiesen doña Inés y otras personas, y elevando a Juanita a ser legítimamente la señora del personaje más importante del lugar, después de don Andrés Rubio, el cacique.

Impidióla D. Alvaro, y mandó al Capitán Pedro y á su hermano que pusiesen en orden otra fragata de un trapanés que estaba allí por la corte desde que el Duque se fué.

El genio especulador de Salabert les infundía vértigos de asombro, como si se pusiesen a calcular cuántos vestidos podrían comprarse con sus millones. Y él, tan flexible generalmente, que había llegado al puesto que ocupaba, según propia confesión, a fuerza de puntapiés en el trasero, al hallarse entre sus adoradores los maltrataba sin piedad.