United States or Libya ? Vote for the TOP Country of the Week !


Con razón se las llama aves del paraíso. ¡Ah! ¿Estas son las famosas aves del paraíso? , señor Cornelio. Siendo tan hermosas, no deben ser desagradables al paladar. Son deliciosas, y de carne perfumada, pues se alimentan de nueces moscadas y de flores de pimienta. Nuestro amigo el papú parece que codicia sus plumas. Miradle cómo acecha a esas aves. ¿Y para qué quiere las plumas? Ya os lo diré.

¿Y cómo harás para encontrar a nuestros compañeros? preguntó Horn. dónde está el bosquecillo de nueces moscadas. He cazado allí palomas y aves del paraíso, hace una semana. Pero tienes las espaldas llagadas por las quemaduras. No importa; no me molestan mucho. Vamos, pues , dijo el piloto.

Palomas carpófagas respondió el Capitán . Son golosísimas de nueces moscadas, y a mi parecer las verdaderas productoras de los bosques de ese árbol, por las semillas de él que difunden por todas partes con sus excrementos. Hans, deseoso de cazar una de aquellas aves, se echó el fusil a la cara; pero un grito de Van-Horn le detuvo.

Iban ya a ponerse en marcha, cuando una bandada de grandes pájaros cayó sobre el bosquecillo de nueces moscadas, y se puso a picar ávidamente la fruta. ¿Qué volátiles son esos? preguntó Cornelio.

El Capitán, Hans y el chino habían esperado en vano en el bosquecillo de nueces moscadas la vuelta de los cazadores, que se habían alejado siguiendo al babirussa. Al principio no se inquietaron, creyendo que el animal los había llevado muy lejos; pero viendo que las horas pasaban sin que Cornelio ni Horn volvieran, comenzaron a recelar que les hubiera podido ocurrir alguna desgracia.

El papú, verdadero hombre de los bosques, los guiaba sin vacilar un momento, yendo siempre por un camino más o menos recto, pero que infaliblemente debía conducirlos al bosquecillo de nueces moscadas. De vez en cuando miraba al sol para guiarse, y en seguida redoblaba el paso separando las ramas o cortando los bejucos que podían molestar a sus salvadores.

El papú, Cornelio y Van-Horn no se detenían a admirar a aquellas aves, entre las cuales las había de los más raros y preciosos plumajes, y apretaban el paso para llegar cuanto antes al bosquecillo de moscadas, esperando encontrar allí al Capitán, Hans y el chino. Varias veces habían tenido que detenerse para pasar a través de los bejucos, que les impedían avanzar, estorbándoles el paso.

Anduvieron muchísimo inútilmente. El bosquecillo de nueces moscadas no parecía. Detuviéronse muy inquietos. Creo que nos hemos perdido dijo Cornelio. Me lo temo dijo Horn . No hemos vuelto por el rumbo que trajimos a la venida. En una selva como ésta es muy fácil perderse, Horn. Sin señales que guíen en la marcha, hay tendencia a andar describiendo círculos más o menos amplios. Eso es sabido.