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DULCE DE PERA. Se pesa la misma cantidad de peras que de azúcar; se pelan las peras y a lo largo se parten por la mitad, quitándoles semillas y corazón; se echan en agua hirviendo y se tienen un cuarto de hora; después se escurren bien. Aparte se hace el almíbar a buen punto, y cuando está frío se une la fruta, haciendo cocer a fuego suave, hasta que esté en su punto.

Pero ahora que todo objeto había desaparecido, aquel hábito de esperar el dinero y de recibirle con el sentimiento del esfuerzo cumplido, formaba un suelo bastante profundo para recibir las semillas del deseo; así fue que Silas, al volver a su casa a través de los campos, durante el crepúsculo, sacó el dinero de su bolsillo y le pareció que brillaba más en la obscuridad creciente.

«Adios, Patria, decian «Llenos de ardiente, «Pronto el tambor batiente «Nos llamará á la lid; «Que si tus caras playas «Hemos abandonado, «Es porque hemos jurado «Libertad ó morirPor las llanuras del Sud Yacen do quier esparcidas Las semillas bendecidas Del árbol de libertad. Con la sangre del martirio Ha sido ese árbol regado: Si sus ramas han cortado El tronco intacto quedó.

Mientras residió en Santa Rosa venía cada ocho días, sin faltar nunca, así lloviera a cántaros. Entre ocho y nueve de la mañana, allí estaba Andrés en su caballejo, muy cargado de frutas, semillas, y aves de corral. Al irse, domingo por la tarde o lunes muy tempranito, no dejaba de poner en el comedor cuatro o cinco duros; acaso buena parte de sus ganancias.

Así como la tierra es una madre fecunda, que recibiendo varias semillas, hace que cada una, dado que acudan las necesarias disposiciones, engendre á su semejante sin poderlo estorbar, y sin equivocar las fuerzas respectivas de cada una de ellas, del mismo modo el entendimiento humano, puestas las ocasiones y motivos necesarios para obrar, produce los actos que corresponden á cada una de sus potencias: y así como á la imaginativa le toca formar imágenes de los objetos, al ingenio combinarlos, á la memoria retenerlos, al juicio le pertenece producir las primeras proposiciones que encierran las verdades fundamentales de la razon, y lo executa como que esto es propio de su íntima y natural potencia.

Las semillas, como pulpos en gestación, se preparaban á extender los tentáculos de sus raíces hasta los cráneos que pocos meses antes contenían gloriosas esperanzas ó monstruosas ambiciones. La vida iba á renovarse una vez más. El automóvil se detuvo. Corrió el guía entre las cruces, inclinándose para descifrar sus borrosas inscripciones. ¡Aquí es!

Indudablemente las semillas de algunas de ellas habrán podido ser transportadas por las aves y por los vientos tempestuosos, pero la mayor parte tienen simientes que no sirven para alimento de aves y pesan demasiado para adherirse á las plumas de sus patas.

La afición de la gente a los caballos parecía haberles expulsado de esta industria, que era la suya en todo el mundo, obligándoles a buscar la vida en los cortijos. Las mujeres valían más que los hombres: secas, negras, angulosas, con unos pantalones varoniles bajo las faldas, doblábanse el día entero para escardar el trigo o arrancar las semillas.

El fruto es comestible y muy pequeño, pues el que yo he visto apenas pasaba de dos pulgadas de largo. Las semillas llegan á su perfecta madurez. El uso que se hace de este plátano es inmenso. De él se fabrican cuerdas, cables y tejidos de una finura extremada. Para esto se corta el tronco por el pie y por el extremo, cuando está próximo á dar fruto, quitándole las hojas.

Sin el amparo de una persona tan virtuosa y magnánima como usted, ¿qué será de este caballerito, en quien han germinado las semillas de todas las malas ideas del día?