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Y deseoso yo de tranquilizarlo, dije chanceándome: ¡Ah! Por lo visto la historia es tan bien conocida aquí como entre nosotros. ¡Conocida! exclamó Sarto. Y como siga usted algún tiempo en el país no habrá en toda Ruritania quien la dude. Empecé a sentirme algo inquieto.

En tanto que esto pasa, presuroso, Juntando en Ipaneme mucha gente, Andaba Guayracá muy valeroso, Astuto, sábio, artero y muy valiente. En un espeso bosque, deseoso De librar del cristiano bien su gente, Compuso una terrible palizada, De aguas y comidas abastada.

A fin de evitarlo se puso en movimiento, deseoso de atraerlos á un encuentro si intentaban oponerse, y se acercó al pueblo de Coata, donde podia hallar el número de balzas que fuese necesario para pasar sus tropas: y haciendo inclinar parte de ellas al parage por donde bajaban los indios, retrocedieron á la eminencia, desde donde el caudillo que los gobernaba preguntó la razon porque se conducia preso al cacique Pacoricona, siendo inocente: y seguidamente intimó se le pusiese en libertad, y se le entregase la persona de Orellana, porque de lo contrario experimentarian irremediablemente su ruina.

Llamo sobre este particular la atencion, deseoso de que el lector vaya acostumbrándose á referir todas las ideas á pocos puntos, en que todas se enlacen, con un vínculo facticio, producto de métodos arbitrarios, sino por la íntima naturaleza de las cosas.

Fué el hermano Alberto Romero de nación español y natural de Segovia, hijo de padres honrados y de profesión mercader, bien acomodado; mas deseoso de ver tierras y hacer mayor fortuna, pasó con otros mercaderes Perú, esperando hallar aquí fortuna igual á sus deseos.

Despues de su negocio relatado, Procura de volverse muy gozoso. Un pueblo en el camino hubo poblado, Por extender su fama deseoso, Santa Cruz de la Sierra le nombraba, Que el sitio al de su tierra semejaba. A Cabeza de Vaca ya volviendo, Lleváronle á Castilla aherrojado.

Urquiola ocultó con una sonrisa de superioridad desdeñosa la turbación y desconcierto de su pensamiento ante las palabras del doctor. De aquello no le habían hablado en Deusto ni una palabra, y colérico por lo que consideraba una derrota, deseoso de salir del paso como en sus trabajos electorales, con arrogancias de valiente, lamentaba la presencia de Sánchez Morueta.

Tomó de improviso las armas y salió para Sevilla deseoso de castigar tamaño ultraje: dió en el camino con el valí, le acometió, luchó como una fiera con él, le puso en retirada, le obligó al parecer á llevar consigo la ignominia y el pesar de una derrota.

¿Sabe usted el jardinillo de la Plaza Mayor? Pues... pasado mañana a las siete y media. De siete y media a ocho. Corriente. Adiós. Julia salió del café arrebujándose en el mantón; don Juan pagó en un abrir y cerrar de ojos, se echó a la calle, miró en todas direcciones deseoso de ver a la muchacha para seguirla y... nada; como si se la hubiese tragado la tierra.

Tres mil francos mensuales: ¿qué podía hacer con esto una persona decente?... Deseoso de reducirle, estrechaba el cerco, interviniendo directamente en la administración de su casa para que doña Luisa no pudiera hacer donativos al hijo. En vano se había puesto en contacto con varios usureros de París, hablándoles de su propiedad más allá del Océano.