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En tanto el Majito, desde la cumbre de una eminencia formada por escombros, increpaba a la muchedumbre infantil de abajo, diciendo que iba a reventar a patadas a todos y cada uno si no le devolvían su sombrero. ¡Qué vergüenza! Zarapicos lo tenía puesto, y estaba tan contento de su adquisición, que amenazó al Majito con subir y sacarle las tripas si no se callaba.

Uno de ellos, bravo soldado, lleva importante mensaje al castillo de Monteagudo para el barón León de Morel.... Una alegre carcajada de la hermosa hizo enmudecer al sorprendido joven, que momentos después se vió solo en medio del camino, contemplando la nube de polvo que levantaban los caballos. Llegados á una pequeña eminencia, detuvo la dama su corcel y le envió amistosa señal de despedida.

Aunque el fugitivo asomó la cabeza lo más prudentemente posible, el ligero movimiento de unos helechos bastó para denunciar su presencia al corregidor, que en aquel momento miraba fijamente la eminencia formada por las piedras y el matorral que en parte las cubría. ¡Ah, bellaco! gritó el funcionario sacando la espada y señalándolo á sus soldados. ¡Allí le tenéis! ¡Á pie firme, ballesteros!

Se había instalado en la Celle-Saint-Cloud, como todos los años, para pasar el verano, y en sus paseos por el bosque de Saint-Cucufa, veía en la eminencia de Montretout la casa de su primo. Con mucha frecuencia pensaba: "Si tuviera á mi disposición durante un día uno de los grandes cañones del Mont-Valerien, ¡cómo aniquilaría la casucha de ese miserable!

Hablan de que Juanito es su nieto, y que su padre, que murió, y aparecía como sobrino de Su Eminencia, era un hijo que tuvo de cierta señora cuando fue obispo en Andalucía. Pero esto no parece irritar mucho a don Sebastián. Otra cosa le enfurece, hasta inflamarle la fístula y ponerlo hecho un demonio: que hablen de doña Visitación. ¿Y quién es esa señora?

... Vuestra Eminencia Ilustrísima es la que ha dicho que la Benina sisaba; lo cual que no es verdad, porque si sisara tuviera, y si tuviera no vendría a pedir. Tómate esa. Por bocona te has de condenar . No se condena una por bocona, sino por rica, mayormente cuando quita la limosna a los pobres de buena ley, a los que tienen hambre y duermen al raso.

Cuando se ha sido ignorante toda la vida, es peligroso querer convertir de un golpe a los hombres en sabios. Es como si a , que estoy acostumbrado al pucherete casero, me llevasen hoy a la mesa de Su Eminencia. Me atracaría, bebería fuerte, pero a la noche tendría un cólico y tal vez estírase la pata. Gabriel reconocía la verdad de estos consejos prudentes.

No esperaba veros más, sobrino. Creí que habíais muerto. Aun vivo, Eminencia, repuso el Conde sonriendo, e hizo ademán de besar la mano del Prelado, pero éste la retiró disimuladamente indicando con ella una butaca cercana. Tomó asiento el Conde, y después de unos instantes de embarazoso silencio, dijo: He llegado esta mañana, y creí de mi deber, antes que nada, saludar a vuestra Eminencia.

La pequeña entrada a estas galerías estaba antes oculta por sólo malezas y zarzas, pero después que el tesoro quedó guardado aquí, Su Eminencia descubrió que el paraje era muy adaptable para construir una ermita, e hizo construir esta pequeña choza que han visto ustedes sobre la pequeña abertura de la roca, al costado del enorme peñasco, con el objeto de ocultarla.

El susto fue general y la alarma llegó a su colmo cuando un surtidor de caldo, impulsado por el animal furioso, saltó a inundar mi limpísima camisa; levántase rápidamente, a este punto, el trinchador, con ánimo de cazar el ave prófuga, y al precipitarse sobre ella, una botella que tiene a la derecha, con la que tropieza su brazo, abandonando la posición perpendicular, derrama un abundante caño de Valdepeñas sobre el capón y el mantel; corre el vino, auméntase la algazara, llueve la sal sobre el vino para salvar el mantel; para salvar la mesa se ingiere por debajo de él una servilleta, y una eminencia se levanta sobre el teatro de tantas ruinas.