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Y á propósito, Roger; nunca te he preguntado por qué la noble profetisa dijo de que tenías el pensamiento puesto en el castillo de Monteagudo con más constancia y cariño que yo mismo.... Quizás tuviera también razón al decirlo, señor, replicó el escudero ruborizándose, porque os confieso que en aquel castillo pienso todo el día y con él sueño de noche.

También con esto que dejamos apuntado está de acuerdo el General Monteagudo, entre cuyos proyectos figura el de adquirir en los Estados Unidos, un número suficiente de caballos del mismo tipo de los que tan excelente resultado han dado en el Tercio Táctico de la Guardia Rural. Por fuerzas del capitán Perdomo.

Entre los concurrentes que á ese acto asistieron vimos á los siguientes: Jefes y Oficiales Mayor General José de Jesús Monteagudo. Brigadier Pablo Mendieta Montefur. Coronel José Martí y Zayas Bazán. " Francisco de P. Valiente y Portuondo. " Carlos de Rojas y Cruzet. " Carlos Machado y Morales. Tte. Coronel José N. Guerrero y Dueñas. " José Pereda y Gálvez. " Bartolomé Masó y Martí.

No, barón; otra persona hay aquí cuyo pensamiento permanece fijo en Monteagudo aun con más insistencia que el vuestro.... Me asombráis, noble señora, balbuceó Morel. Acercáos, joven de los rubios cabellos rizados, dijo doña Leonor extendiendo la diestra en dirección de Roger. Poned vuestra mano sobre mi frente. Así, esperad.

Debe ser curioso ver á un regimiento de esos fanáticos, entregados á consultar sobre el destino de sus vidas. Cuando estábamos al pie de la loma de "La Gloria", y antes de haberse recibido el telegrama del general Monteagudo, el general Mendieta me confesó que aquella posición estaba ocupada por más de 2.000 hombres armados, sin contar los desarmados, que sumaban un crecido número.

Próximamente á las once de la noche se levantaron los comensales, dirigiéndose el general Monteagudo y algunas personas más al hotel "Telégrafo". Al pasar la comitiva por frente á la Banda del Cuartel General, que se hallaba frente al hotel, ejecutó el himno nacional cubano, que fué oído de pie y descubiertos por todos.

Sin contar que nuestra hacienda no es tan grande cual yo por vos y por nuestra hija la quisiera, y que sólo el cargo de condestable que ejerzo aquí por merced de mi buen y poderoso amigo el conde de Monteagudo, cuyo castillo habitamos, nos permite sostener la posición correspondiente á nuestro rango.

Mira; Tristán y yo vamos á seguir ese camino de la izquierda, dejando á la derecha el bosque y el atajo que vas á tomar. Al caer la noche llegaremos al castillo de Monteagudo, residencia antes del conde Guillermo de Salisbury, de quien es condestable el barón de Morel que ahora habita aquel castillo. ¿Te acordarás?

Con su poderoso brazo ganó en buena lid la diadema de oro ofrecida como trofeo por la reina Felipa, augusta madre de Vuestra Alteza, en las grandes justas con que se celebró en Inglaterra la toma de Calais. En el castillo de Monteagudo, donde reside, tiene un tesoro en premios y trofeos. Ojalá vaya á reunirse con ellos la copa de este torneo, dijo el príncipe en voz baja.

Inútil es hablar de su recepción en el castillo de Monteagudo, y de la inmensa ventura que llenó aquel dichoso hogar, poco antes tan agobiado por la tristeza y el dolor. El barón León de Morel vivió todavía largos años, colmado de honores, tranquilo y feliz. La dicha de Roger de Clinton y su esposa adorada fué también completa.