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696 De juror el corazón se le quiere reventar, pero no hay sino aguantar aunque sosiego no alcance. ¡Dichoso, en tan duro trance, aquel que sabe rezar! 697 ¡Dirige a Dios su plegaria el que sabe una oración!

Qué fuerzas forman, impulsan, guían la onda, es aún cuestión ardua; pero aquel avance mecánico de esa faja líquida que viene rodando en la llanura y que, al sentir la proximidad de la arena, gira sobre misma como un cilindro alrededor de un eje, es un fenómeno admirable. Al reventar, un mar de espuma se desprende de su cúspide y cae bullicioso y revuelto como el caudal de una catarata.

Era el gallito del barrio, el perdonavidas de la partida, capitán de gorriones, bandolero mayor de aquellos reinos de la granujería, angelón respetado y temido por su fuerza casi varonil, por su descaro, por su destreza en artes guerreras y de juego. Así no hubo en el cotarro uno solo que no temblara al oírle gritar: «¡Estarvus quietos!.., ¡vus voy a reventar!...».

Ni una nube en el cielo y un sol que sacaba chispas de las paredes y parecía reblandecer las losas de las aceras. ¡Arre, valientes!... ¿Qué quieres , Loca? Y mientras arreaba sus machos, alejaba con el pie a la blanca gata, que maullaba dolorosamente, intentando meterse bajo las ruedas. ¿Pero qué quieres, maldita? ¡Atrás, que te va a reventar una rueda!

A las ocho de la mañana me hice á la vela con viento SO fresco, y goberné al N 1/4 NE hasta que hallé 5 brazas de agua de la parte del NE de la Isla de Bordas, que por haber visto reventar la mar y bajos por todas partes, fondo en dicho sitio hasta reconocerlos.

Aguijoneado su amor propio por la frasecita ésta, y no hallando otra salida, se le metió en la cabeza aquello del rapto: una carta, un coche en la esquina, y andando; su casa sería el asilo, su hermana la guardadora y aquí paz y después gloria. Ante razones de tal calibre, tenía el viejo que ceder o reventar.

Si por señas se queja del estómago o del vientre, que le muge como si tuviera allí, no una borrega, sino dos o tres becerras, doña Inés exclama: Si te lo tengo dicho mil y mil veces: siempre has sido un glotón de siete suelas; pero ya, hijo mío, no estás para eso. Tus fuerzas digestivas son muy pocas. Menester es que te moderes y que seas sobrio si no quieres reventar el día menos pensado.

Y familiarizado con los extraños rumores que aquella noche poblaban la isla y que llegaban de nuevo hasta él como bocanadas de lejano incendio, se lanzó en una carrera loca de trinos, cual si se sintiera espoleado por la voluptuosidad de la noche y fuese a reventar de fatiga, cayendo del árbol su envoltura de pluma como un saco vacío después de haber derramado su tesoro de notas.

Su pecho era desproporcionadamente abultado, su cuello corto, las caderas y el talle bien torneados, y las costuras de las mangas parecían próximas a reventar por causa de la gordura creciente de los brazos. La cabeza era bonita, de poco pelo y muy bien arreglada.

No era Juana muy reflexiva ni previsora, y no pensó en las dificultades; sólo pensó en el triunfo que ella y su hija, en su sentir, habían alcanzado. Acudió, pues, a la sala baja, donde Juanita estaba cosiendo, y con el mayor alborozo le dio parte de lo que ocurría. Como comentario, la madre no sabía sino exclamar: ¡Qué victoria! Todas esas perras, cochinas, van a reventar cuando lo sepan.